Editorial

Metas para la eficiencia energética

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La eficiencia energética consiste en usar menos energía, sin perjudicar la actividad económica ni la calidad de vida de las personas. Dado que la mejor energía es la que no es necesaria de producir, resulta acertado diseñar políticas que permitan alentarla. Esto ha sido recogido en el pasado y fue reforzado en la reciente Agenda de Energía, que estableció como objetivo lograr un ahorro de 20% al año 2025, considerando el crecimiento esperado en el consumo del país.

Para ello ingresaría un proyecto de ley durante el 2015 que incluiría mecanismos para premiar los ahorros en el consumo eléctrico. Esto existe actualmente en la ley; sin embargo, su uso ha sido acotado por las dificultades que presenta su implementación. En la misma línea, se plantea estudiar el desacople de los ingresos de las empresas distribuidoras de sus ventas de electricidad, desarrollar sistemas y planes de gestión de energía en el sector público y exigir mayores esfuerzos a la industria y la minería, entre otros. Lo anterior, junto con la realización de campañas masivas y programas educacionales de eficiencia energética, debiera tener un efecto real; sin embargo, la meta impuesta resulta ambiciosa. Chile tiene un bajo consumo per cápita de electricidad (3,6 MWh anual) comparado con el promedio de la OCDE (8,2 MWh), lo que refleja que el camino hacia el desarrollo necesariamente va acompañado de crecientes requerimientos energéticos.

Probablemente, los altos precios de la energía han sido un buen incentivo para el ahorro; habrá que ver cuánto más aportarán estas medidas.

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