Editorial

Paralización en Enap: un precedente confuso

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Lo ocurrido en los últimos días con la paralización de subcontratistas de Enap y la forma en que ha sido enfrentada por el gobierno plantea algunas interrogantes.

Por un lado, el recurso a acciones de fuerza por parte de trabajadores de empresas estatales o privadas -a veces con violencia y destrucción de propiedad- se ha vuelto de una preocupante habitualidad en los últimos años. En este caso, las autoridades regionales ordenaron el desalojo mediante la fuerza policial, ante la amenaza que el bloqueo de los accesos a la planta de Biobío y del Puerto de San Vicente representaba para el suministro de combustible, como alertó la propia empresa, al igual que otras en la zona.

Las acciones de fuerza por parte de trabajadores de empresas estatales o privadas se han vuelto de una preocupante habitualidad en los últimos años.

Lo anterior es lamentable. Formas de protesta como ésa u otras más violentas -más allá de cuan legítimas o no sean las demandas que se plantean, laborales o de cualquier tipo- son dañinas no sólo para los directamente involucrados, sino para la seguridad y buena convivencia del conjunto de la sociedad. Cuando se vuelven la tónica, y peor aun cuando logran sus objetivos, minan la confianza en las instituciones y en la creencia de que los conflictos pueden resolverse por vías de diálogo y orden. Además del costo económico, a veces considerable, que inevitablemente acarrean.

Por otra parte, llama la atención que desde el gobierno la primera reacción haya sido poner en duda la voluntad de Enap para encontrar una salida de mutuo acuerdo y que se aludiera a demandas laborales insatisfechas de larga data, siendo que se trata de una empresa del Estado. Eso difícilmente ayuda la posición negociadora de la compañía, más bien lo contrario, lo que resulta paradójico a la luz de la eventual aplicación de la ley de seguridad del Estado, como anunció el Presidente Boric en caso de persistir los bloqueos.

Idealmente, la reunión de mediación que continuará hoy permitirá llegar a buen término, pero el precedente sentado por este conflicto en una etapa tan temprana del actual gobierno es a lo menos confuso, de cara a probables situaciones similares en el futuro.

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