Editorial

Perspectivas de una menor inflación

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El control de la inflación será uno de los resultados auspiciosos que mostrará la economía nacional durante este año. De hecho, tras la caída de 0,2% que exhibió el Índice de Precios al Consumidor (IPC) durante septiembre -lo que se conoció el viernes pasado-, las expectativas del mercado financiero para el cierre de 2017 se redujeron a un nivel de 1,8% y 1,9%.

De concretarse, el resultado no sólo se situará en el límite inferior del rango meta establecido por el Banco Central -entre 2% y 4%-, sino que representará un ajuste relevante comparado con la variación anual del ejercicio previo (2,7%).

Distantes ya del 4% en que persistió el IPC en el período 2014-2016, en adelante la labor del monitoreo se volverá más esencial, pues el mismo instituto emisor había advertido la posibilidad de un cuadro donde los niveles de precios por debajo de la meta tenderían a persistir como secuela de un descenso en la cotización del dólar.

Y si bien es positivo que una inflación más acotada genere efectos de segunda vuelta, por cuanto caen o suben a una menor velocidad el precio de otros bienes, partiendo por la misma Unidad de Fomento -lo que acarrea dividendos, planes de salud, por ejemplo- y arriendos, entre otros bienes; lo cierto es que cobra relevacia estar atento a las razones detrás de la desaceleración de los precios.

Si ocurre por factores coyunturales -un descenso de la moneda local- es muy distinto de si las causas están en una situación más estructural de la economía, como bien puede ser una disminución en el ritmo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). En atención de este análisis es que la autoridad monetaria deberá proceder con su herramienta de política, como es la tasa de interés.

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