Tres meses duró la luna de miel que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, consiguió con su par chino, Xi Jinping, en la visita oficial que éste realizo a Washington a principios de abril. Ayer, las dos mayores economías del mundo no pudieron ponerse de acuerdo.
Una cumbre comercial de alto rango, el Diálogo Económico y Estratégico China-EEUU, que incluyó a los secretarios estadounidenses de Comercio, Wilbur Ross, y del Tesoro, Steven Mnuchin, además del vicepremier chino, Wang Yang, concluyó sin una declaración conjunta. No solo eso: ambos lados decidieron cancelar la conferencia de prensa programada, un anuncio que llegó poco después de que Ross criticara las prácticas comerciales de Beijing, al inicio de la cumbre.
Quejándose del déficit comercial que EEUU mantiene con China, el secretario de Comercio manifestó que “si fuera el producto natural de las fuerzas del libre mercado, lo entenderíamos. Pero no lo es (...) Es momento de reequilibrar nuestra relación de comercio e inversión en una manera más justa, equitativa y recíproca”.
En respuesta, Wang señaló que “el diálogo no puede hacer frente a todas las diferencias de inmediato, pero la confrontación inmediatamente dañará los intereses de ambos”.
La falta de una declaración conjunta contrastó mucho con la cumbre del año pasado, donde ambos países firmaron un documento extenso en el que reafirmaban el interés mutuo en la prosperidad de las dos naciones. El documento también delineaba compromisos de Beijing de reducir su sobrecapacidad de acero, que está haciendo caer sus precios e irrita a la administración de Trump.
Empresas de Trump
En otro frente, el círculo de las investigaciones sobre la interferencia del gobierno ruso en las elecciones presidenciales de EEUU se cierra aún más en torno a Trump: según reportaron fuentes oficiales a Bloomberg, el fiscal especial Robert Mueller expandió sus indagatorias hacia las empresas del jefe de la Casa Blanca.
La revelación llega en momentos complejos para el mandatario. Su hijo, Donald Trump Jr., admitió la semana pasada que se reunió con una abogada rusa buscando información que perjudicara a la entonces candidata demócrata, Hillary Clinton, lo que lo hizo blanco de cuestionamientos por su voluntad de coludirse con extranjeros para influenciar la contienda.
La noche del miércoles, esos cuestionamientos crecieron, cuando el New York Times publicó una entrevista en que el propio presidente Trump admite que tuvo en mente la investigación sobre Rusia al designar a miembros de su equipo. Señaló que, de haber sabido que el fiscal general Jeff Sessions se inhabilitaría de tomar decisiones en torno al caso, no lo hubiera elegido para el trabajo.
Según Bloomberg, investigadores del FBI y otras agencias indagan la compra de departamentos en edificios de la Organización Trump por parte de individuos y empresas rusos, además de los vínculos en el concurso de Miss Universo 2013 y la venta de una mansión en Florida a un oligarca ruso en 2008.
Las indagatorias también incluyen al desempeño del actual secretario de Comercio de EEUU, Wilbur Ross, como vicepresidente del Banco de Chipre, además de los negocios del yerno del presidente, Jared Kushner, quien también estuvo presente en la controversial reunión de Trump hijo.
La investigación de Mueller probablemente no genere cargos contra Trump, dado su puesto, pero aumenta las probabilidades de que el Congreso abra una moción de impeachment.
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