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Alta Dirección Pública: ¿aporte o fiasco?

Desde que se creó el Sistema de Alta Dirección Pública en 2003, éste ha estado sometido a diversos análisis que reflejan una variedad de juicios...

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Desde que se creó el Sistema de Alta Dirección Pública en 2003, éste ha estado sometido a diversos análisis que reflejan una variedad de juicios sobre cómo combinar mérito con confianza y sobre lo que otros esperaban alcanzar como impacto de la naciente reforma de estado.

Con el regreso de la democracia, la conformación de los equipos de gobierno respondió a dos criterios; tener personeros con requisitos profesionales y técnicos para desempeñar los cargos y que tuvieran afinidad con la Concertación, facilitando el fortalecimiento de la coalición y la coherencia en el trabajo directivo del gobierno.

Tras el acuerdo político por la modernización del Estado logrado en enero de 2003 que creó el Sistema de Alta Dirección Pública (SADP) y el Consejo de la Alta Dirección Pública (CADP), en 2004 se pone en marcha el sistema y en estos ocho años se han logrado importantes avances en su instalación y validación.

En este período ha aumentado la cantidad de servicios adscritos al Sistema (111 servicios con 1024 cargos en la actualidad), varias otras nominaciones en el Estado se están haciendo bajo el Sistema de ADP (45 organismos públicos no adscritos con 109 cargos), se ha concursado el 85% de los cargos vinculados al sistema, se ha recibido 183.000 postulantes en todo el período en 1.675 concursos, la cantidad de postulantes promedio por concurso llega a 138 personas, un 30% de los nominados en cargos directivos son mujeres, y el 55% de los nombrados no era titular en el cargo. Los procesos de selección se redujeron de 116 días promedio en el 2006 a 81 días promedio en 2011.

Queda mucho por avanzar para lograr una verdadera consolidación del SADP. Se debe aumentar la confianza política en el sistema, para que pueda sortear mejor los cambios de gobierno y de coalición; es necesario impedir que los ocupantes provisionales y transitorios de los cargos de Alta Dirección Pública puedan postular a ser titulares; directivos ADP bien evaluados deberían mantenerse en sus cargos; en áreas en que las remuneraciones públicas no sean competitivas, será necesario elevarlas para tener mejores postulantes; hay que completar la incorporación de servicios al sistema y ampliarlo a nivel regional;y se debe abrir una discusión sobre cómo instalar el SADP en el sector municipal
Una especial atención deberán recibir los convenios de desempeño, en su determinación, en el seguimiento y evaluación; en esta materia el CADP debería tener un rol más relevante, así como en el pronunciamiento sobre la remoción de cargos de segundo nivel; también hay que revisar el gobierno corporativo del SADP, para darle mayor atribución al Consejo y autonomía operacional.

En definitiva, para que la Alta Dirección Pública no se transforme en un fiasco o no se diluya en el tiempo, queda mucho por hacer. Eso requiere que no sólo demostremos preocupación sino que realmente nos ocupemos de lo que diariamente se debe realizar.

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