Mirar el mundo como niños
“¿Te das dado cuenta alguna vez que los niños parecen extrañarse de la mezquina estrechez mental de los adultos?...
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Carolina Dell´Oro
“¿Te das dado cuenta alguna vez que los niños parecen extrañarse de la mezquina estrechez mental de los adultos?
Cuando los adultos están ocupados entre sí, casi siempre tratan de cifras.
Cuando quieren conocer a alguien le preguntan dónde trabaja, qué posee, cuánto gana, qué diplomas y relaciones tiene.
Cuando le preguntas de la casa, te contesta vale 4 millones
Cuando hablas de un amigo a los niños, dicen: ¿Tiene colección de mariposas? ¿Sabe silbar?
Si hablas de una casa te preguntan qué color tiene, si hay flores en la ventana o golondrinas bajo el tejado”.
Estas frases del Principito, de Saint Exupery, me hicieron mucho sentido mientras las leía , ya que considero que tiene que ver con lo que está pasando hoy en Chile.
Pareciera que los números no son suficientes, que a pesar del crecimiento sostenido, del aumento del empleo, de la inserción de la mujer al trabajo, los chilenos no están tan satisfechos como se esperaría.
Algunos podrían pensar, que el hombre es un constante inconformista y que no valora el progreso. Pero, ¿no será que la mirada de los adultos , de la que nos habla el Principito, ya no es suficiente para el mundo de hoy y que el chileno está buscando algo más?
El fin de semana asistí a una jornada sobre relaciones saludables y felicidad, en la cual expuso el ministro de la felicidad de Bhutan acerca de lo que ese país está haciendo respecto de la medición ya no sólo del PIB sino del FIB (felicidad interna bruta), es decir, indicadores que permiten evaluar si el país promueve las condiciones que permiten la felicidad de las personas.
Me llamó profundamente la atención que entre estas variables, destacó de modo muy especial la importancia de políticas educacionales que no sólo se centren en el desarrollo de competencias orientadas a la integración al mundo laboral, si no que también promuevan una formación humana que prepare para el desarrollo de vínculos y relaciones de confianza entre las personas, que es la gran herida de Chile. Por otro lado, dedicó un gran espacio a la familia como la fuente que permite el desarrollo de valores y habilidades que posibiliten una vida integral y a la larga una sociedad armoniosa.
Entonces, se me vino a la mente la frase del Principito. ¿Será que el mundo nos invita a mirar nuevamente como niños? ¿Será que el verdadero desarrollo de un país es volver a lo más originario de las personas que es mirar con la simplicidad infantil? Darnos cuenta que ser feliz es mucho más cercano al sentido común que a las grandes cifras y que si las grandes cifras se consiguen a costa del sentido común de cualquiera, que es buscar vínculos de calidad, termina siendo un camino que no hace sentido.
Pero mi gran cuestionamiento es ¿qué nos contestarían nuestros niños si les hiciéramos este tipo de preguntas? Hagamos el ejercicio con nuestros hijos, ¿nos hablarían de cifras o mariposas? No lleguemos tarde porque si ya los niños nos contestan con cifras, será difícil apostar por un desarrollo con sentido.