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El dilema del retrato oficial para un empresario

Pilita Clark

Por: Pilita Clark | Publicado: Martes 20 de septiembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Pilita Clark

El otro día, un hombre que dirige lo que solía ser la empresa privada más valiosa de Europa protestó en Twitter sobre la cobertura mediática de su negocio. Los informes estaban equivocados y tratar de corregirlos era como “gritar en una tormenta”, afirmó Sebastian Siemiatkowski, cuyo servicio de pagos Klarna se ha desplomado en valor y acaba de revelar una serie de pérdidas dolorosas.

Esto me llamó la atención, porque Siemiatkowski ha sido una persona de interés para mí desde que encontré su fascinante retrato oficial. La imagen lo muestra parado sobre su pierna derecha mientras sostiene su pierna izquierda en alto, sin doblar la pierna. Parece un gimnasta vestido con una chaqueta de negocios. O una bailarina de ballet. O la letra ‘Y’.

“La búsqueda de la perfecta imagen profesional se está expandiendo, pero hay que mantener la perspectiva. En última instancia, una fotografía que sólo captura tu rostro no debe estar sujeta a demasiadas reglas ni tomarse demasiado en serio”.

De cualquier manera, es una asombrosa muestra de flexibilidad, y con razón le ganó a Siemiatkowski el primer lugar en un ranking de fotografías extrañas de fundadores de tecnología, producido por el sitio de noticias tecnológicas Sifted el año pasado.

Pero una pizca de su audacia sería bienvenida en el resto del mundo de los negocios, donde hay señales inquietantes de que la fotografía oficial de muchos empresarios se está tomando mucho más en serio de lo que debería ser.

Más de un millón de personas actualizan sus fotos de perfil en LinkedIn cada semana, según el sitio, y la búsqueda de la fotografía perfecta se ha expandido hasta el punto de que la gente está pagando más de US$1.000 por esas fotos.

Los precios típicos son más bajos, dice Doren Gabriel, fundador del estudio DG Corporate de Londres, donde las tarifas de los retratos individuales comienzan en £99. Pero confirma que el negocio se está disparando, en parte debido a la demanda reprimida por la pandemia y en parte por el ritmo al que se mueve el mundo de los negocios en línea.

Las empresas que tratan con clientes a través de chatbots y formularios en línea, en lugar de personas por teléfono, quieren que su personal humano sea más visible que nunca, dice. Muchas empresas también quieren mostrar su inclusión y diversidad. El resultado: los empleados que antes estaban “escondidos y no se veían”, ahora aparecen en los sitios web de las empresas. Algunas organizaciones ahora utilizan sesiones fotográficas de sus empleados como eventos de formación de equipos.

Afortunadamente, las fotografías oficiales son menos grises y serias de lo que solían ser. Alrededor del 90% de los hombres ahora van sin corbata, me dijo otro fotógrafo de Londres. El 10% restante suelen ser banqueros, altos ejecutivos de seguros y los abogados que los apoyan.

Pero la búsqueda de la perfección fotográfica puede ser exigente. Una amiga me dijo la semana pasada que su peluquero estaba viendo clientes que venían a secarse el cabello porque estaban a punto de tomarse una fotografía para su credencial de acceso a su edificio.

Esto es desafortunado. Pero como alguien cuyo trabajo diario requiere una fotografía junto a mis artículos, puedo decir que una mala foto plantea riesgos profesionales.

“Iba a promocionar tu columna en la primera página”, me dijo una vez un editor. “Pero tu retrato oficial es tan malo que decidí no hacerlo”. Ésta fue una noticia brutal, pero por desgracia, justificada. Me las arreglé para obtener una nueva foto, lo que generó otra serie de preocupaciones.

¿Se debe prestar atención a los consejos de Internet de posar con una “smize” (ojos sonrientes)? ¿O es mejor optar por la radiante “sonrisa de Duchenne”, llamada así por un neurólogo francés al que se le atribuye haber descubierto la fuente de una sonrisa genuinamente feliz?

La Duchenne es de hecho el “estándar de oro de las expresiones faciales” en la cultura occidental, escriben dos ex empleados de LinkedIn en su libro, Linked, una guía para el éxito en la búsqueda de empleo. Las expresiones sobrias parecen “menos auténticas”, advierten.

Éstas son malas noticias para personas como yo, cuyos ojos desaparecen en una Duchenne completa. Otro evasor de Duchenne, mi colega de Financial Times, Stephen Bush, agrega correctamente que una foto sonriente de un periodista parece inapropiada junto a una columna sobre, digamos, la pobreza mundial. Además, dice, “cuando sonrío, parezco como si me hubieran golpeado con un objeto pesado”.

En última instancia, una fotografía que sólo captura tu rostro —como gran parte de la vida— no debe estar sujeta a demasiadas reglas ni tomarse demasiado en serio. Además, el contexto importa.

“Quiero que mi retrato muestre que tengo ojos muertos como un tiburón”, le dijo recientemente un cliente a Mark Grey, un fotógrafo profesional londinense. Gray accedió, especialmente después de que el cliente reveló lo que hacía para ganarse la vida: negociar la liberación de rehenes de piratas en el Océano Índico.

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