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La amenaza capitalista para el capitalismo

Paul Polman y Lynn Forester de Rothschild

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Winston Churchill, como es sabido, observó que la democracia es la peor forma de gobierno, aparte de todas las demás que se han intentado. Si hoy estuviera vivo, podría pensar lo mismo del capitalismo como un vehículo para el progreso económico y social.

El capitalismo ha conducido a la economía mundial a una prosperidad sin precedentes. Sin embargo, también demostró ser sustancialmente disfuncional. Muchas veces fomenta la visión cortoplacista, contribuye a disparidades enormes entre ricos y pobres y tolera el trato insensato que se le da al capital ambiental.

Si no se pueden controlar estos costos, el respaldo al capitalismo quizá desaparezca y, con él, la mejor esperanza de la humanidad de alcanzar prosperidad y crecimiento económico. Por lo tanto, es hora de considerar los nuevos modelos de capitalismo que están surgiendo en todo el mundo, específicamente el capitalismo consciente, el capitalismo moral y el capitalismo inclusivo.

Estos esfuerzos por redefinir el capitalismo reconocen que las empresas deben mirar más allá de las ganancias y las pérdidas para mantener el respaldo público a una economía de mercado. Todos ellos comparten la presunción de que las compañías deben ser conscientes de su papel en la sociedad y esforzarse por asegurar que los beneficios del crecimiento sean compartidos ampliamente y no impongan costos ambientales y sociales inaceptables.

Como están dadas las cosas, a pesar del reciente crecimiento de los mercados emergentes, la economía mundial es un lugar de extremos sorprendentes. Los 1.200 millones de personas más pobres del planeta representan apenas el 1% del consumo global, mientras que los 1.000 millones de personas más ricas son responsables del 72%. Según un estudio reciente, las 85 personas más ricas del mundo han acumulado la misma riqueza que los 3.500 millones de personas de la parte inferior de la pirámide. Una de cada ocho personas se va a la cama con hambre todas las noches, mientras que 1.400 millones de adultos están excedidos de peso.

Cualquier sistema que genera este tipo de excesos y excluye a tantos enfrenta el riesgo de un rechazo público. Lo inquietante es que los efectos colaterales negativos del capitalismo se están intensificando mientras que la confianza en las instituciones públicas ha decaído a un mínimo histórico. Según el último Barómetro de Confianza de Edelman, menos de la mitad de la población global confía en el gobierno. A las empresas les va mejor, pero no mucho. Los escándalos -desde las conspiraciones para enmendar tasas financieras clave hasta el descubrimiento de carne de caballo en la cadena alimenticia- minan la fe de la gente en las empresas como agentes para el bien común.

A medida que aumenta el costo de la inacción, los gobiernos y las empresas deben seguir ofreciendo una respuesta. Ninguno de nosotros puede prosperar en un mundo en el que mil millones de personas se van a la cama con hambre todas las noches y 2.300 millones de personas no tienen acceso a instalaciones sanitarias básicas. Tampoco los negocios pueden prosperar donde el optimismo público sobre el futuro y la confianza en las instituciones están en sus valores más bajos históricos.

Tenemos un largo camino por delante, pero creemos que la transformación necesaria está comenzando. Un creciente volumen de evidencia sugiere que nuevos modelos comerciales pueden ofrecer un crecimiento responsable. La Conferencia sobre Capitalismo Inclusivo representa otro paso hacia adelante. Aunque nuestro trabajo recién haya comenzado, estamos convencidos de que en una generación vamos a poder redefinir el capitalismo y construir una economía global sustentable y equitativa.

No tenemos tiempo que perder. Como alguna vez dijo Mahatma Gandhi: “El futuro depende de lo que hacemos en el presente”.

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Paul Polman, CEO de Unilever. - Lynn Forester de Rothschild, CEO de E.L. Rothschild.

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