La ilegalidad de un buen servicio
Tomás Sánchez Emprendedor, En twitter: @TomsAwaki
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Tomás Sánchez
En muchos países del mundo la entrada de Uber al mercado ha estado en el centro de la polémica debido a su ilegalidad al no contar con patentes de taxi, pero al mismo tiempo contar con el respaldo de miles de clientes. Taxistas golpeando a choferes de Uber, bajando pasajeros y paros en las ciudades han sido los mecanismos para defender su territorio. En paralelo, pero sin violencia, Airbnb ha cambiado las reglas del juego en la industria hotelera de manera más silenciosa, pero no menos sustancial, con bastante informalidad. Dos de los principales start-ups más exitosos en el mundo, no tienen espacio dentro de la normativa. Mientras ellos han estado a la altura de las expectativas y demandas de sus clientes, el Estado no ha estado a la altura del mercado.
La lección es simple: la inflexibilidad y una metodología lenta para actualizar la normativa, merma contra la innovación y nuevas iniciativas que buscan mejorar la calidad de vida de las personas y potenciar la economía gracias al emprendimiento. No sólo el de sus fundadores, sino también de nuevos choferes y arrendatarios.
Peor aún es constatar como la colusión e incluso monopolización es legal en algunas industrias, sin tener ninguna justificación sustancial. Los "colegios" de algo, tal vez hacían sentido 50 años atrás cuando el consumidor no podía saber si algo era bueno o malo. Funcionaban como un certificador, pero hoy con toda la información disponible, quién es -sino el consumidor- quien debe decidir qué servicio tomar. La labor gubernamental debe ser de reglamentar y fiscalizar, pero no amparar la colusión que sólo beneficia a los incumbentes, que no tienen incentivo alguno para entregar un buen servicio.
Las colusiones de profesores, panaderos o taxistas deberían ser ilegales, tal como las de los pollos o los las farmacias, cuando van más allá de la negociación entre un empleador y empleados ¿Quiénes son ellos para quitarnos legalmente la educación o el transporte? ¿Por qué ellos deben tener más derechos que sus clientes?
Para promover un país meritocrático y donde premiemos a quien sirva mejor, es necesario flexibilizar los mercados y a su vez, tener una normativa que permita formalizar ágilmente un nuevo servicio. Hay que mantener regulaciones y fiscalizaciones, pero no clubes coludidos que son capaces de doblarle la mano al gobierno y clientes, quienes le hacen un flaco favor a la construcción de una mejor sociedad al poner por delante sus intereses personales.