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La retroexcavadora tiene la culpa

Pablo Longueira

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Al entregar esta columna, aún no se conocía el nuevo gabinete. A pesar de que la forma de anunciar la decisión no fue la más republicana, el anuncio de cambio fue algo celebrado por todos. Las formas pasaron a un segundo lugar, porque la situación no daba para más. No recuerdo una solicitud de ajuste ministerial más transversal, popular y necesaria que ésta. ¿Cómo se llegó a esto? Hay por cierto muchas razones. Pero podemos resumirlas en dos palabras: LA RETROEXCAVADORA.


La "retro" tiene la culpa. Todos creen que saben manejarlas, pero cada vez aparecen más "retros" conducidas por inexpertos. Lo único claro es que la Presidenta se cansó y, sorpresivamente, les quitó las retroexcavadoras que estaban conduciendo varios conspicuos líderes de la ex-Concertación contra el Gabinete y dijo: a mi equipo sólo lo manejo yo. Y les pasó la retro...


Si por otro lado nos preguntamos, ¿cómo es posible que una figura tan excepcional en los afectos y sintonía con la ciudadanía chilena, con índices de popularidad inauditos como los que ha ostentado la Presidenta, llegara en tan solo 14 meses a estar con las peores cifras de aprobación? Errores, muchos. Un equipo de ministros que no lograron consolidar sus liderazgos, por cierto. Una incapacidad del Gobierno para alinearse con su coalición, también era evidente. Pero sin "retro", eso se puede sortear, por eso, la culpa del rechazo nuevamente la tiene la "retro".


Las tres reformas más importantes que impulsa el Gobierno, la tributaria, la educacional y la laboral, según todas las encuestas con más reconocimiento en el país, muestran hace muchos meses que los que las rechazan superan con creces a los que las aprueban. La gente quiere cambios, quiere correcciones y perfeccionamientos. Pero de ahí a aplicar la "retro" a todo lo que hicieron durante 20 exitosos años, como ellos mismos lo reconocen y que comparto, hay un mundo de diferencia. ¿Quién tiene la culpa? Nos vuelve a aparecer la retroexcavadora.


No tengo dudas que la historia recogerá a estas últimas tres décadas, como las más virtuosas desde el punto de vista político, económico y social. No se registra un periodo en que se haya reducido más la pobreza y la indigencia. Que nos falta mucho por hacer, qué duda cabe. Que estábamos en el camino correcto, era evidente. En 30 años transitamos de un Gobierno Militar que modernizó y transformó el país, a la democracia. Dos décadas de Gobiernos de la Concertación, como una de las coaliciones más exitosas que se conozca y una alternancia democrática, de un Gobierno de la Alianza, que continuó profundizando el camino de una sociedad con mayor igualdad de oportunidades. Porque Chile logró todo lo anterior, porque se buscaron consensos, se pensó en grande. Se antepusieron los intereses del país por sobre los personales o partidistas. Se impulsaron buenas políticas públicas por sobre las imposiciones ideológicas. En resumen, un periodo sin retroexcavadoras. Un largo periodo de tractoristas y tractores, creando surcos y sembrando.


Siempre he señalado que uno de los cambios políticos más profundos que generó la Concertación en la sociedad chilena -la unidad de la DC y la izquierda, sin el PC-, fue el haber desterrado la lógica y el lenguaje de la lucha de clases. Se cambió la palabra pueblo por la gente. Se abandonó ese mirada confrontacional. Con la Concertación, "gana la gente". Con ese eslogan llegaron al poder. Usando nuestra metáfora de hoy, desapareció la retroexcavadora roja que usaron algunos durante mil días y se subieron en un arcoíris de múltiples colores, salvo el rojo, a manejar todos juntos, durante 20 años, tractores amarillos.


Don Francisco anda curioso, preguntando y preguntando ¿Qué le pasa a Chile? Se consiguió el golpe noticioso del año... Pero Don Mario, lo que le pasa a Chile es muy simple. Hay cada vez menos ruidos de tractores y se escuchan muchos choferes de retros y no pocas de ellas son rojas.


Al leer esta columna -y yo al escribirla- a estas alturas estamos tarareando la canción del tractor amarillo... Espero por el bien del país que la música de fondo en la ceremonia del cambio de gabinete sea esa.

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