Peter Thiel, fundador de PayPal y destacado empresario estadounidense, fue el único magnate de Silicon Valley en apoyar explícitamente a Trump.
En el marco de la Convención Nacional Republicana celebrada en Cleveland, Thiel explicitó su postura en un discurso bastante controvertido. “Cuando era niño, el gran debate era sobre cómo derrotaríamos a la Unión Soviética, y ganamos. Ahora se nos dice que el gran debate debe ser sobre quién utiliza cada baño. Esta es una distracción para nuestros problemas reales, ¡a quién le importa! Estoy orgulloso de ser gay, estoy orgulloso de ser republicano, pero más que todo, estoy orgulloso de ser americano”, sentenciaba el empresario nacido en Alemania.
Desprendiendo estas palabras del contexto norteamericano (y por supuesto, de la polémica campaña de Trump), podríamos preguntarnos por la pertinencia del emplazamiento de Thiel, ¿estamos distrayéndonos de los problemas reales?
Un reportaje de este fin de semana trata sobre la muerte de Lissette Villa, niña de 11 años de edad. En el artículo se relata la forma en que dos funcionarias del SENAME la inmovilizan y se suben en su espalda, comprimiendo su tórax y abdomen. Los peritos entienden que, ante la imposibilidad de respirar por la presión ejercida por una de las ‘educadoras’ de trato directo, la menor trató de desprenderse moviendo su cabeza para ambos lados, lo que explicaría sus rasguños en ambas mejillas. Al poco tiempo se orinaría y se desvanecería. Causa de muerte: “asfixia por sofocación producto de compresión mecánica externa”.
¿Estamos distrayéndonos de los problemas reales? No sé si podría ser tan categórico. Lo que sí sé es que al minuto de conocer este relato de tortura seguíamos twitteando sobre el acto “sexista y misógino” de la muñeca de Asexma. Sí sé también que Lissette Villa no fue “trending topic” y que los resúmenes semanales no la incluyeron en la agenda. Sí sé que el tema de los menores seguirá algo postergado, pues no hay tiempo para todo (aunque sí para el debate constitucional, para el matrimonio homosexual y para el aborto).
Por estos motivos, insisto en que deberíamos hacernos cargo del emplazamiento de Thiel: ¿estamos distrayéndonos de los problemas reales?
Es cierto que no tenemos esa Unión Soviética de su niñez, pero al parecer tenemos un SENAME. Sinceramente, a estas alturas no sé qué es más desafiante.