Lagos: expectativas versus realidad

Nicolás León

Los últimos días, hemos visto cómo la figura de Ricardo Lagos ha ido potenciándose hasta llegar a un punto donde el mismo PPD lo insinúa como su pre candidato presidencial. Un hecho que es perfectamente esperable si se ven los cuadros actuales del PPD y sus potenciales rostros para perfilar. Lo que no es para nada pronosticable, es el inusitado respaldo que ha ido ganando el ex presidente en ciertas personalidades cercanas a la derecha y en miembros del empresariado. Y ojo, no quiero sostener que Ricardo Lagos no es una buena carta por su longevidad. Eso sería un mal argumento, que además es de mal gusto cuando vemos personas que están hoy entrando a la “cuarta edad” perfectamente activas y capacitadas.

Voy a otra cosa. Apunto al proyecto político que podría encarar Ricardo Lagos y también, a una evaluación de lo que fue su pasado período presidencial. Porque al parecer hay muchos que tienen mala memoria y se dejan seducir, ante el desorden reinante, en un “diablo conocido” que promete imponer orden.

Hoy la Nueva Mayoría presenta serios signos de desgaste, de eso no cabe duda. La DC y el PC han profundizado sus tensiones públicamente. Además, se ve por el ala izquierda cómo se están reorganizando cuadros para dar viabilidad a una alternativa Boric-Jackson. Ejemplo de esto es lo que vemos en la revista Trama. Por tanto, las alternativas son dos: o la propuesta presidencial sincroniza con el proyecto actual o básicamente el pacto llega hasta ahí, generando fragmentación y dejando una oportunidad para que –si se hacen bien las cosas- la oposición vuelva a La Moneda. ¿Usted con cuál cree que se comprometerá el corazón PPD/PS de Ricardo Lagos?

Respecto a una evaluación de su gobierno, no debemos olvidar los difíciles minutos que tuvo que afrontar con los casos de corrupción de MOP y varias empresas, o los papeles de la Corfo que fueron utilizados por Inverlink para enriquecerse. Nada muy distinto a la crisis actual que es necesario desterrar. ¿Y de sus éxitos? Parece que ya no se enorgullece tanto, ni hablar del CAE que fue lanzado con bombos y platillos y que hoy encara lo peor del lucro en educación, la planificación del nuevo sistema de transportes que prometía cambiarle la vida a los santiaguinos –¡y vaya que lo hizo!– o la pomposa firma de la “nueva constitución” de la cual hoy se desdice abiertamente. Raya para la suma, un gobierno que logra encantar el gran empresariado, pero que está lejos de ser la respuesta para lo que hoy se necesita.

En la figura de Ricardo Lagos, al contrario de lo que algunos ingenuamente quieren creer, no encontramos al líder que nos volverá a la senda del “crecimiento con igualdad”. El escenario cambió y eso no hay que olvidarlo. Lagos está entre la espada y la pared, porque, aunque cuenta con el apoyo de algunos del “partido del orden”, ese soporte no será suficiente para hacer frente a las tensiones estructurales que deben convivir en el engendro que es actualmente la Nueva Mayoría. Así, todo hace presagiar que por más que se quiera imponer de manera distinta, Ricardo Lagos terminará claudicando en pos de la estabilidad del único proyecto que puede evitar que la oposición llegue al poder.