Padre Hugo Tagle

Los dulces de Gandhi

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Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 3 de enero de 2022 a las 04:00 hrs.
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Hay una buena anécdota sobre Gandhi que viene bien al inicio del año. Una madre, cansada de que su hijo comiera muchos dulces, fue a ver a Mahatma Gandhi a pedirle que lo convenciera de no comer tantos. Gandhi, tras una pausa, le pidió que volviera con su hijo pasado un mes.

Al mes, la mujer volvió con el niño a visitarlo. Tras una breve conversación con el gran maestro indio, el muchacho decidió comer menos dulces. La madre, agradecida, pero perpleja, le preguntó a Gandhi por qué le había hecho esperar un mes para eso. Gandhi le contestó: "Hace un mes, yo también estaba comiendo muchos dulces".

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En efecto, todo cambio que se espera en los demás, debe comenzar en uno mismo. Las palabras, los discursos, deben ir acompañados de la coherencia en los actos, en la vida. Hablar resulta fácil; lo difícil es vivir lo que se predica. Las palabras convencen, los ejemplos arrastran.

Y si esto es importante entre adultos, mucho más lo es en el caso de los niños y de cara a toda la sociedad.

Se le atribuye a Einstein la frase: "Dar ejemplo no es la principal manera de influir, es la única". Y es que como suele decirse, "una imagen vale más que mil palabras". Teresa de Calcuta decía: "No te preocupes por que tus hijos no te escuchen, todo el día te están observando". Nuestras acciones tienen mucha más influencia en el resto, en nuestros hijos, que los mejores consejos que podamos verbalizar.

No se trata de ser padres, madres, educadores, políticos perfectos: más bien se trata de ser conscientes y coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.

Buena parte de la vida de personas públicas –profesores, padres y apoderados, políticos, artistas– resulta fecunda y efectiva a través de un buen ejemplo.

En la actualidad han aumentado las exigencias por "mis derechos". Pero es bueno recordar que tras cada uno de ellos hay un deber para con el entorno y la sociedad en su conjunto. Mi libertad termina donde comienza la libertad del otro. La exigencia de un derecho debe llevarnos a tomar conciencia de que puedo estar pisoteando el derecho de otro.

Será bueno, justo al comienzo del año, preguntarse en qué aspectos soy coherente con lo que espero de otros: alimentación saludable, ejercicio, respeto por la naturaleza y el medio ambiente, consumo responsable, sinceridad, solidaridad, justicia, promoción de la paz.

Es bueno atender a las sugerencias y críticas de los cercanos. Una corrección dada a tiempo y, sobre todo, seguida a tiempo, puede evitarnos muchos problemas. La paz, justicia, solidaridad comienzan por casa. Hágale caso a Gandhi.

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