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Columnistas

Proyecciones optimistas

Matías Madrid

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 12 de septiembre de 2014 a las 05:00 hrs.

Matías Madrid

La publicación del Informe de Política Monetaria (IPoM) siempre entrega antecedentes interesantes a revisar más allá del habitual análisis de la coyuntura y sus proyecciones. Al respecto, uno de los temas específicos de uno de sus recuadros valida que la discusión en relación al crecimiento de mediano plazo se encuentra plenamente vigente.

Como parte de uno de los avances más notables de nuestra política macroeconómica, la Dirección de Presupuestos publicó recientemente el acta del PIB tendencial que arrojó una estimación de crecimiento de 4,3% para 2015, la cual repunta en los siguientes años ubicándose en 4,5% en 2019. Lo anterior se ajusta al rango entregado por el Banco Central en su último IPoM, que ajustó su proyección de crecimiento de mediano plazo a un nivel entre 4,0% y 4,5%. Cabe recordar que para el presupuesto del año 2014 se utilizó un crecimiento tendencial de 4,8%. El Banco Central ha estado especialmente preocupado de este tema por sus implicancias de política monetaria, lo que se refleja en las discusiones expuestas en la minuta de sus reuniones mensuales en relación al nivel de brechas de capacidad y a la evidencia de una internalización por parte del mercado respecto de que parte de la desaceleración que experimenta la economía tiene componentes estructurales.

En este sentido, considerando las recientes publicaciones queda bastante claro que al menos parte de la actual desaceleración tendría un componente estructural. Evidentemente esto no resulta fácil de dimensionar producto que el PIB tendencial es solo una estimación, por lo que existe la posibilidad que la cifra o el rango publicado difiera del real con el consecuente impacto sobre la política monetaria y fiscal. Por otra parte y tal como se señala en el IPoM, de lo que sí existe evidencia es que la tendencia de crecimiento a mediano plazo disminuye a medida que aumenta el ingreso.

Sin embargo, existen otros desarrollos de distinta índole que pueden afectar el crecimiento de largo plazo. Por ejemplo, resulta difícil pensar que dada la magnitud de las tres reformas que se proponen actualmente, éstas no generen un impacto en el crecimiento de mediano plazo de la economía.

La reforma tributaria definitivamente no favorece una mayor expansión a menos que se utilicen correctamente los recursos. Lamentablemente, la reforma educacional no está garantizando lo anterior considerando que el centro de la reforma no está enfocado en lo que muestra una amplia evidencia empírica, perdiéndose de esta forma una valiosa oportunidad (por lo importante y por los recursos involucrados) de avanzar en el tema quizás más relevante para el desarrollo del país. Finalmente, no se puede subestimar el impacto de la reforma al sistema político. Respecto de este último punto, la posibilidad de una asamblea es bastante poco probable. Sin embargo, lo que últimamente ha impregnado transversalmente el pensamiento de la “elite política” es una confianza excesiva en la capacidad del Estado para resolver problemas de distinta índole, lo que definitivamente ha marcado el sello de las reformas.

Todo lo anterior sugiere que las proyecciones recientemente publicadas podrían ser más bien optimistas. Al respecto, no descartaría extender el rango de evaluación del crecimiento de mediano plazo hacia 3,5%-4,0%, situación que podría ser recomendable para una adecuada implementación de la política económica.

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