Rafael Mies

Liderazgo y Misión en diciembre

Rafael Mies Ph.D. Profesor titular Cátedra de Capital Humano Coca Cola Andina ESE-Universidad de Los Andes

Por: Rafael Mies | Publicado: Jueves 15 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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“Ya estamos en diciembre”, “como se ha ido este año”, son los comentarios propios de esta época. En el mundo de la empresa nos encontramos además con una gran cantidad de empleados y ejecutivos cansados, sentados en su escritorio a veces con la mirada un poco perdida en sus pantallas, sin muchas energías para enfrentar los desafíos propios de la jornada laboral.

Adicionalmente, considerando que para una parte importante de nuestra economía, principalmente en el mundo del retail y el comercio, queda aún la Navidad para revertir lo que para muchos ha sido un año de malos resultados, tenemos unos líderes haciendo lo imposible para motivar a su gente. Invitándolos a hacer un esfuerzo adicional para asegurar el cumplimiento de las metas.

¿Cómo motivamos entonces cuando apenas quedan unos días para que termine 2016? La primera respuesta, y yo diría la más extendida, podría ser los incentivos económicos de siempre: bonos, premios, viajes, etc.

La experiencia ha demostrado que el uso de estas herramientas son muy efectivas y por lo mismo las más extendidas. Sin embargo, también existe una aplastante evidencia empírica que nos muestra que los incentivos puramente económicos tienen efectos muy de corto plazo, son caros y hacen a la organización “incentivo- dependiente”, igual que el uso de las drogas: una vez que la gente se acostumbra a estas prácticas cuesta mucho que se haga algo si no va asociado a un premio concreto.

Es doblemente paradójico que el frenesí de los incentivos materiales se dé justo en Navidad, época que debiese ser por naturaleza mucho más espiritual y de valores no económicos.

Una manera de morigerar la esquizofrenia de fin de año, donde se conjuga la cara más fea del materialismo y del consumismo con la cara más bella de la humanidad que busca “el amor y la paz”, es que los líderes logren poner un poco de mirada de largo plazo en sus conversaciones y puedan subrayar, además de las metas, un sentido más profundo del trabajo humano en la empresa.

La Navidad y el fin de año también presentan una oportunidad única para revisar y conversar de la Misión de la empresa. En efecto, la Misión debiera expresar el propósito último por el cual cada persona va a trabajar cada día. Esta es una fuente riquísima de motivación, aun en situaciones de cansancio y estrés, pues nos entrega un propósito, nos da un sentido de pertenencia, una comunidad valórica que da una respuesta profunda al “para qué hago lo que hago”, muy superior al legítimo deseo de recibir ingresos económicos.

Existe una vasta experiencia que señala que la Misión es una fuente de inspiración y motivación importante y que impacta positivamente en temas como: mejora del clima, aumento del trabajo en equipo, desarrollo de confianzas y mejora significativa en los resultados económicos de largo plazo.

Por lo mismo, antes de pensar en sentar a su gente y hacer un discurso solo acerca de los resultados no cumplidos a estas alturas del año, hábleles también de la Misión. Usted se sorprenderá al verificar como ambas cosas pueden conversar perfectamente para lograr resultados de corto y largo plazo, cuidando además el ánimo y el clima organizacional.

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