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Columnistas

Reformas al sistema de pensiones

Economista, Candidato a Doctor en Finanzas. MIT

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 18 de agosto de 2016 a las 04:00 hrs.

Sin duda, uno de los temas de mayor relevancia en este momento para la economía chilena es la reforma que se piensa llevar a cabo en el sistema de pensiones. A su vez, más allá de la reforma, este tema es en sí mismo de suma importancia, ya que es a través del sistema de pensiones que se canalizan los ahorros de los trabajadores para ser repartidos en su vejez. A esto se suma el hecho de poseer actualmente una población que se hace cada vez más longeva, de modo que los ahorros totalizados en la vida laboral se deben repartir cada vez entre más años.

Dado lo anterior, suena lógico aumentar las cotizaciones como una vía para generar mayor ahorro y junto con esto una mayor jubilación. Sin embargo, al menos dos puntos deben ser considerados antes de determinar el aumento óptimo y a su vez la implementación de este. El primero es el momento económico para llevar a cabo el aumento. Lo anterior, independiente de quién lo pague, empleador o trabajador. En este sentido, con una economía deprimida, con una tasa de desempleo en aumento, probablemente encarecer el costo de contratación no parece una medida adecuada. A lo anterior se suma la fuerte caída que venimos experimentando en la inversión.

El segundo punto es quién efectivamente paga el aumento en la cotización. En este punto, tenemos que ver más de allá de quién es el que desembolsa el dinero en la AFP. Acá el análisis económico es el mismo que hacemos cuando evaluamos la carga de un impuesto y por lo tanto el efecto final dependerá de las elasticidades de la demanda y oferta de trabajo para cada mercado. Dicho de otra forma, quien se lleva la carga del aumento en la cotización es quien es menos sensible a un cambio en el salario. En este sentido, especialmente en un momento económico complejo, es posible que parte importante del aumento de las cotizaciones se traslade a menores salarios de contratación. Lo anterior, además de ser perjudicial para el bienestar de los trabajadores, va en la dirección opuesta a una mayor recaudación para la jubilación, pues sería una mayor cotización pero de un menor salario, por lo que el efecto final en ahorro no es claro a priori.

De este modo, para llevar adelante una política de esta índole, debemos estar seguros acerca del momento económico preciso y especialmente de quién se llevará la carga del aumento en la cotización. En resumen, podríamos decir que sería ideal esperar un poco más para llevar a cabo la implementación al menos de esta nueva medida.

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