Tengo por costumbre revisar en estas semanas la agenda del año pasado. Aún soy de agenda de papel, a pesar del avance y facilidades que regalan las electrónicas. Mientras dure el papel, lo seguiré usando.
Y un gusto extraño esto de sentir la nueva agenda. Ya se fue un mes, pero tenemos 11 meses por delante. ¿Dónde puso usted las fichas?. Cualquiera sea el gran anhelo de este año, no podemos apostar solo a la suerte y quedarnos de brazos cruzados esperando a que una pseudo diosa fortuna convierta nuestros deseos en realidad. Es más. El factor que menos influye en el éxito de cualquier empresa es justamente ese: la esquiva suerte. Buena parte de los buenos resultados del calendario tendrán que ver con tesón, dedicación, entusiasmo y una sana esperanza que se presenta cuando los desafíos son altos. Soñar no cuesta nada. Y es importante. Sanador; paso necesario para ver realidad algo de ellos. Como en todo en la vida, hace bien apostar a las propias energías y a la gracia de Dios, que acompaña en todo y todo lo dispone para bien.
Para un creyente, no hay “año malo”, como no hay una experiencia terrible, si le sabemos sacar partido y hacer de ellas una buena lección.
Un par de consejos para este año que se inicia.
Propóngase hacer más felices a quienes lo rodean: su señora o marido, hijos, padres o hermanos, colegas de trabajo. Dios nos pondrá siempre en el camino a alguien a quien podemos tender una mano, hacer algún favor, servir y regalarle una alegría. El mejor balance final será el decir que hice a otros más felices de lo que los demás me hicieron a mí. Y, paradojalmente, en esto de la felicidad se recibe siempre más de lo que se da.
Dedique algo de su tiempo a una obra de solidaridad. Súmese a algún proyecto que lo saque de su rutina laboral, de los amigos de siempre. Hace bien al alma dedicar tiempo generosa y desinteresadamente a otros. Puede ser desde campañas municipales, eclesiales, deportivas o escolares. Se necesitan manos generosas en todas partes. El primer sueño es el de hacer posibles los sueños de los demás. Pienso en enfermos, niños, personas solas, ancianos, personas en situación de pobreza. Ojalá sea usted parte del sueño cumplido de muchos otros.
Le deseo lo mejor para este año. Que Dios le regale energías, entusiasmo, sabiduría y tenacidad para fijarse metas altas y cumplirlas. Sobre todo, le deseo ser parte de la felicidad de otros; que termine el año escuchando más agradecimientos que dándolos. Porque el mejor año será aquel en que servimos más que en dejarnos servir por él.