Editorial

1° de Mayo: discusión al debe

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El Día del Trabajador estuvo marcado ayer por incidentes violentos que se desarrollaron en paralelo a las actividades oficiales -y pacíficas- habituales en esta conmemoración. Como se ha vuelto ya una lamentable rutina cada vez que se recuerdan efemérides de muy distinta índole, decenas de encapuchados se enfrentaron con Carabineros, lanzando artefactos incendiarios, intentando saquear locales comerciales e, incluso, blandiendo armas de fuego.

Si bien estos hechos no alcanzaron la gravedad de episodios anteriores -sin ir más lejos, la muerte de una periodista el año pasado-, invitan a poner más atención sobre la desconexión entre los desafíos reales del mundo del trabajo y, por un lado, los reclamos de sectores más radicalizados, y por otro, los énfasis de la discusión pública en materia laboral. De lo primero, el lienzo que se vio ayer llamando a la “abolición del trabajo” es un ejemplo palmario; de lo segundo, el llamado del Presidente Boric a que los trabajadores se sindicalicen es también ilustrativo.

Lo cierto es que están ocurriendo cambios paradigmáticos en el mercado laboral, en Chile como en el resto del mundo, de los cuales ni la CUT -con su empeño en aumentar el salario mínimo- ni el Ejecutivo -satisfecho con la reciente aprobación de la jornada semanal de 40 horas- dan suficiente cuenta.

De ello abundan señales, desde nuevos modelos organizativos que reducen sensiblemente la necesidad de mano de obra poco cualificada mediante la automatización de tareas, a innovaciones tecnológicas que ponen en riesgo incluso a la fuerza de trabajo altamente especializada con la creciente irrupción de la inteligencia artificial. Es muy poco lo que se habla sobre estos cambios en nuestra agenda pública, con el peligro de que nos encuentren poco preparados cuando hagan sentir toda la fuerza de su impacto, en plazos que se miden en años, no en décadas.

"La reflexión pública sobre el trabajo parece estancada en paradigmas ya obsoletos. El tiempo para iniciar ese debate se agota; ya no caben más dilaciones".

El 1° de Mayo conmemora la sangrienta represión de una huelga en Estados Unidos hacia fines del siglo XIX, en reclamo de mejores condiciones laborales, cuando éstas eran francamente deplorables, y de una jornada diaria de ocho horas. Lo que está en peligro casi un siglo y medio después es radicalmente distinto -la noción misma de trabajo-, pero la reflexión pública al respecto parece estancada en paradigmas ya obsoletos. El tiempo para iniciar ese debate se agota; ya no caben más dilaciones.

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