Editorial

Atisbos de la reforma previsional, ¿cambiarlo todo?

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Se han ido conociendo las modificaciones que introduciría la reforma previsional, y ya preocupan la radicalidad y amplitud de los eventuales cambios. De hecho, ningún aspecto del sistema de pensiones mantiene su diseño actual, a pesar de que el país tiene malas experiencias de políticas públicas que se construyen desde cero. La lección, más bien, es la importancia de hacer cambios en forma gradual, de tal forma de ir corrigiendo los problemas que inevitablemente se producen.

Según la información divulgada, se vuelve a introducir una cantidad muy significativa de recursos al pilar solidario no contributivo, mejorando el monto y la cobertura de la Pensión Garantizada Universal (PGU). Es efectivo que hace unos años esta era una demanda ciudadana importante, pero los recursos destinados a este pilar se han multiplicado por más de tres veces en términos reales, por lo que no parece prudente -ni tampoco justo desde el punto de vista intergeneracional- seguir subiendo la PGU.

Casi ningún aspecto del sistema de pensiones mantiene su diseño actual, y preocupan la radicalidad y amplitud de los cambios.

En el pilar contributivo, si bien se mantiene el 10% de cotización a cuentas individuales, se modifican el sistema de cobro de comisiones y la política de inversiones; más complejo aún, se separa la gestión de cartera de la administración de cuentas, que pasa a ser controlada por un ente estatal.

Además, se crea la cotización del empleador de 6%, que va a un fondo administrado por el Estado, con elementos de reparto inter e intra generacional, que, si bien tiene un componente de ahorro, tendría retornos de carácter nocional, con un derecho de propiedad menos evidente, ya que no se contempla herencia.

Para hacer sostenible el sistema, se sube bastante el tope imponible, lo que por sí sólo es una reforma tributaria. Las modalidades de pensión también se modifican, desapareciendo el retiro programado y la renta vitalicia diferida, creando una modalidad nueva, que es una renta vitalicia con opción de herencia durante un período.

Si bien algunos aspectos anteriores pueden ser valiosos y necesarios, el grado de amplitud y complejidad de las propuestas, sin mayorías parlamentarias, genera el riesgo, como ya ha pasado, de que sólo se apruebe el aumento de la PGU, lo que además de hacer inevitable la objetable propuesta tributaria, nos dejaría en el peor de los mundos en materia de seguridad social.

El Gobierno comete el error de creer que abarcar mucho es necesariamente mejor.

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