Editorial

Desequilibrios acumulados tardarán aún en absorberse

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La semana pasada trajo un duro recordatorio de que la crisis de deuda en Europa sigue viva, y que muchas cosas aún no se han resuelto en estos años.



Primero fue Grecia, que recibió un ultimátum de la troika para avanzar en las reformas o perderá su ayuda. Luego fue Portugal, que tras un quiebre en el gobierno provocado por las críticas al plan de ajuste, generó temores de que abandonaría la receta del FMI.

Pero, a medida que las duras medidas de disciplina fiscal prolongan la recesión en gran parte de la región y la anhelada recuperación sigue demorando, las señales de tensión política se extienden a otras economías, como Italia, Francia, España e Irlanda.

Y la reacción de los mercados también fue inmediata, con los rendimientos de los bonos disparándose. En el caso de Portugal superaron el nivel de 7%, considerado como la barrera sicológica que sugiere que un país va a requerir ayuda internacional para financiarse.

Esto sugiere que los desequilibrios acumulados por décadas tardarán aún en absorberse. Para China, significa que el principal mercado para sus exportaciones seguirá deprimido, y esos son malas noticias para el resto del mundo.

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