Editorial

Política exterior y nueva Constitución

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Nuestra edición de ayer analizó lo que propone el borrador de nueva Constitución en materia de política exterior. Como en otros ámbitos, el documento adolece de una pretensión de elevar a rango constitucional todo aquello que los convencionales estiman relevante para las relaciones con otros países, pero que en varios puntos refleja más bien principios y juicios de valor sobre el tipo de sociedad que imaginan para Chile -por cierto, discutibles-, antes que lineamientos útiles, o incluso realistas, para la conducción de nuestra diplomacia.

Lo anterior arriesga resultar en contradicciones no sólo con la realidad objetiva (y compleja) de las relaciones internacionales, sino también con definiciones que los propios convencionales han plasmado en su propuesta.

El borrador constitucional parece apostar más por una comprensión idealista, que una enraizada en la experiencia histórica y la realidad geopolítica.

Un ejemplo de ello es la intención de que América Latina y el Caribe sea una “zona prioritaria” para la política exterior de Chile. Lo cierto es que hoy el Asia Pacífico es la región donde más se juegan los intereses económicos y geopolíticos del país, como evidencia el hecho de que China y Estados Unidos sean nuestros dos principales socios comerciales. Por otro lado, dicho énfasis regionalista entra en conflicto con el compromiso con el multilateralismo al que se aspira como definición básica, y pone de manifiesto que en temas como ése debiera ser la Cancillería, y no la Constitución, la que se haga cargo de las relaciones en un mundo siempre cambiante.

También resulta potencialmente conflictivo afirmar que Chile se compromete a promover la democracia, cuando un socio clave como China tiene un sistema de partido único, o con proteger “la inclusión e igualdad de género”, cuando muchos países con los que nos relacionamos claramente no funcionan según esos parámetros.

Son sólo dos ejemplos de un texto que parece apostar por una comprensión más idealista, incluso romántica, de las relaciones exteriores, que una enraizada en la experiencia histórica y la realidad geopolítica. El espacio para mejorarlo y adaptarlo al interés nacional de Chile es, por ello, muy amplio.

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