Hace más de un año que casi a diario Romina Fuentes, de 27 años, practica boxeo en el Club LibraxLibra de la comuna de La Florida, donde además trabaja como preparadora física. Combina el fitness con un duro acondicionamiento físico y si bien quiso aprenderlo como un arma de defensa ante portonazos y asaltos de los que fue víctima, hoy lo transformó en un nuevo estilo de vida.
Ella es parte de los miles de chilenos que acuden a gimnasios y clubes para descubrir una nueva variante del tradicional boxeo, que consiste en practicarlo de manera no necesariamente competitiva. “El boxeo es entretenido, el acondicionamiento físico es intenso, se aprende mucha técnica, y en mi caso hasta incluso he tenido deseos de subirme al ring”, grafica Romina respecto a un deporte de pasado glorioso y que en los últimos años ha vuelto a ver la luz con la llegada de nuevos púgiles y figuras famosas que lo practican, además de un mercado que está en pleno apogeo.
Derribando mitos
El número de academias que imparten esta disciplina que combina el fitness y el boxeo en la capital va en alza y lo que sorprende, según el psicólogo del Centro de Equilibrio Funcional (CEF), Pedro Salinas, es que su práctica se ha masificado sobre todo en estratos socioeconómicos altos.
Sebastián Muñoz, dueño del Boxing Club LibraxLibra, dice que este deporte cambió su vida. Hace cinco años comenzó entrenando y hoy está pronto a abrir una segunda sucursal en La Reina. Ya tiene 200 alumnos y la participación de mujeres llega al 40%. “La gente lo ha reconocido como un deporte muy completo. Antes era mal visto pues se pensaba que el que lo practicaba iba a quedar tonto, pero ahora existen academias que imparten el boxeo recreativo, no es obligación pelear y la gente le está perdiendo el miedo”, explica.
La mismísima técnica cubana es la que promete enseñar Habana Boxing Club, un emprendimiento de tres amigos boxeadores que desde julio de 2017 plasmó sus experiencias y viajes deportivos por competencia y formación.
Habana Training es parte de su oferta. Este plan busca rescatar la belleza del boxeo y los beneficios del boxeo fitness de manera segura. “Es un deporte entretenido, pero que plantea retos. El 95% de la gente que llega al club lo hace para entrenar duro, pero llega un momento en que si quieres puedes pasar a la fase competitiva”, comenta su director general, Cristóbal Vásquez.
En el Club Ringo también coinciden con el buen momento que vive el boxeo recreativo en Chile. Hay varios gimnasios cercanos entre sí y todos tienen éxito como es el caso de All Boxing en Providencia. Según el coordinador técnico de Ringo, Gonzalo Fuenzalida, en su año y medio de funcionamiento han crecido a 450 alumnos, con un promedio de edad entre 30-32 años y de los cuales el 40% son mujeres. En su mayoría son personas que trabajan y que buscan, entre otras razones, sacarse el estrés y de paso tonificar su cuerpo.
“Para la gente el box era ir a un gimnasio a golpearse. Si entreno a una persona común y corriente, pero sin necesariamente llevarla al ring, ella va a tener una cantidad de beneficios, por eso creo que se ha multiplicado el interés como nueva tendencia”, añade.
Además, la transmisión de peleas por televisión abierta y el surgimiento de boxeadores de la talla de Miguel “Aguja” González -que este mes revalidó su título- y Julio Álamos, son también determinantes del éxito de la nueva disciplina, comenta.
Según el psicólogo del CEF, el boxeo encarna muy bien el arquetipo del guerrero muy trabajado por las distintas formas de publicidad. “Cuando personas de alto impacto empiezan a practicar una actividad se produce el efecto modelaje: yo quiero hacer lo que ellos hacen”, reafirma el jefe del área psicológica del Comité Olímpico de Chile (COI), Felipe Fuenzalida.
Deporte integral
La queja sostenida de quienes acuden a los gimnasios convencionales es que se tornan aburridos por lo repetitivo de sus rutinas. En contraparte, el boxfit tiene mayores niveles de adrenalina y la lista de ventajas a la hora de ejercitarlo es larga.
Tanto el experto del CEF como del COI coinciden en esto y aseguran que su práctica se ha transformado en un mecanismo para regular el estrés, la ira, la depresión, e incluso el mal de Parkinson.
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