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Investigadores hayan restos de cultivos y vegetación en pleno Desierto de Atacama

La evidencia muestra que, en el pasado, un clima más húmedo que el extremadamente árido de la actualidad permitió el desarrollo de la agricultura.

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 27 de septiembre de 2011 a las 05:00 hrs.

Por Francisca Orellana



El desierto de Atacama no fue siempre tan seco, ni tan árido, ni tan despoblado. Es más, cada día hay más evidencia de que su clima en el pasado permitió el desarrollo de la agricultura y albergó más vegetación que en la actualidad.

Vestigios encontrados en la quebrada Maní, ubicada en el margen este de la Pampa del Tamarugal en la Región de Tarapacá, arrojaron la presencia de restos de extensos campos del cultivo, diversos canales de regadío hechos con piedras y lodo, y hasta una pequeña represa o estanque, explica el investigador del Centro de Estudios Avanzados de Zonas Aridas (Ceaza), Antonio Maldonado, quien participa del estudio en conjunto con las Universidades Católica, de Chile y de Tarapacá y el Centro de Investigación del Hombre en el Desierto.

Agrega que si bien anteriormente se han encontrado restos de cultivos, estos han sido cercanos a aldeas arqueológicas como las de Ramadita o de Guatacondo, “pero en esta ocasión es sólo el campo de cultivo, que debe haber sido utilizado por ocupaciones estacionales. Por ahora, el cultivo que hemos podido identificar es el maíz, que es más fácil de detectar por lo característico de la coronta, la que se puede mantener en el tiempo”, dice sobre el proyecto que cuenta con financiamiento del Fondecyt para determinar el momento y las razones que motivaron al hombre, en dicha zona, a pasar de ser un cazador recolector a incorporar la agricultura dentro de su sistema de vida. El factor clima, dice, pudo haber tenido mucho que ver.



Disminución de lluvias


Según el especialista, hace unos 2.200 a 700 años atrás el ambiente era más húmedo que el extremadamente árido actual y había mayores precipitaciones.

A través del estudio de los granos de polen fósiles -gracias a que su cubierta de puede resistir el proceso de fosilización, lo que permite estudiar la variedad de plantas en un determinado lugar- “hemos podido determinar que en la zona andina la vegetación bajó del orden de 300 metros respecto a su ubicación actual. Hubo todo un cambio en la distribución de las formaciones vegetales, lo que nos sugiere que el ambiente tuvo más precipitaciones que en la actualidad, lo cual debió repercutir también en la Pampa del Tamarugal, que se alimenta de aguas subterráneas”, sostiene y agrega que este período de mayor abundancia termina cerca de los 700 años, momento en que las comunidades deciden emigrar hasta zonas más altas y posiblemente con mayor disponibilidad de agua. 
Aunque aún están en etapa de análisis de datos para ver la influencia en estas variaciones, Maldonado explica que “lo que hipotetizamos al respecto es que debe haberse producido un proceso similar al cambio climático, que hizo que todo este sector se volviera más árido y no hubiera agua para mantener los cultivos”.

Agrega que, con esto, se deja en evidencia que el cambio climático ocurrió antiguamente y que puede suceder ahora y en el futuro, pero a diferencia del proceso actual no estuvo asociado a la actividad humana y sus efectos, sino netamente como un suceso natural, donde “la gente fue capaz de adaptarse. Y que hoy se está viviendo un proceso parecido, aunque por causas distintas, y que hay que afrontarlo, ya que hay zonas en que van a disminuir la precipitaciones y en otras aumentar”, señala.

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