América Latina, novedades y desafíos
José Antonio Viera-Gallo Embajador de Chile en Argentina
Son muchas las novedades con que concluyó 2015 y comienza el 2016 en América Latina, y no pocos los desafíos que se asoman en el horizonte.
La oposición venezolana tuvo un resonante triunfo en las elecciones parlamentarias, dando inicio a una nueva etapa para Venezuela. Otro tanto ocurrió - con un resultado más estrecho - en Argentina donde el frente opositor Cambiemos llegó con M. Macri a la Casa Rosada después de 12 años de kirchnerismo.
Cuba y EEUU han restablecido sus relaciones, que permanecieron congeladas por más de 50 años, y Colombia se encuentra ad portas de alcanzar un acuerdo histórico con la más antigua guerrilla del continente, las FARC, que podría poner término a décadas de violencia.
En Guatemala la protesta ciudadana obtuvo la renuncia del Presidente y la Vice presidenta acusados de formar parte de una red de corrupción, y en las elecciones se impuso el comediante Jimmy Morales apoyado por un partido formado principalmente por ex militares.
Brasil sigue sacudido por un profunda crisis económica y política, que tuvo su punto de partida en los procesos por corrupción en la estatal empresa Petrobras. La recesión impacta a los miembros del Mercosur y, en general, a toda la región.
En Ecuador el Presidente Correa ha anunciado que no postulará a la reelección y en Bolivia Evo Morales enfrenta un plebiscito convocado para permitir la reelección indefinida del cargo de Presidente.
En Perú todos los candidatos a las próximas elecciones presidenciales son figuras conocidas y quien lleva la delantera en las encuestas es Keiko Fujimori, hija del ex presidente actualmente preso por sentencia judicial.
El resto de los países presenta un cuadro político ya definido. Pero todos los países han sido afectados por la baja del precio de las materias primas y el bien conocido “deterioro de los términos de intercambio”. Termina así una década en que América Latina creció económicamente, obtuvo importantes éxitos en la lucha contra la pobreza y, por regla general, los países ordenaron su economía.
Los años venideros aparecen marcados por el signo de la incertidumbre, dependiendo en gran medida de lo que ocurra en otras latitudes según lo determine la globalización de los mercados.
Desde un punto de vista político, tres conceptos parecen dominar la escena: normalidad, probidad y seguridad. Esas son las claves actuales de la gobernabilidad. Las nuevas clases medias urbanas las exigen temerosas de retroceder hacia la precariedad.
En varios países, luego de muchos devaneos y confrontaciones ideológicas, la ciudadanía exige que los gobernantes vuelvan las cosas a su lugar, que se hable con la verdad, que las estadísticas sean confiables y que existan reglas claras para permitir el progreso de la gente.
En otros los ciudadanos buscan poner freno a la corrupción, que parece haber avanzado sin contrapeso. Se trata de rescatar las instituciones y de separar el bien común de los negocios e intereses privados. En ciertos casos, significa enfrentar el narcotráfico, que amenaza a las personas y a las instituciones.
El corolario está en el concepto de seguridad, que se expresa en la delincuencia difusa, la violencia intrafamiliar contra mujeres, el abuso de los niños y de los trabajadores migrantes y las poblaciones indígenas y, como expresión emblemática, el crimen organizado. La gente pide que la autoridad le garantice su libertad.
En este nuevo escenario más complejo y desafiante, nuestros países tendrán que definir los derroteros de su futuro. ¿Podrán avanzar en un contexto más adverso y exigente? ¿Sabrán fijar las prioridades adecuadamente y prescindir de los superfluo? ¿El foco estará puesto en el entendimiento o en la confrontación?