Chile crecía al 5% anual la década del 2010 y pasó a un ritmo del 2% en 2024. La inversión que aumentaba a tasas de 7% pasó a crecimientos de 1,5% anual. La baja natalidad, inmigración y mayor esperanza de vida han generado envejecimiento poblacional que tiene a Chile entre los países con demografía menos favorable para el desarrollo, por las caídas en el empleo y productividad que conlleva el envejecimiento.
El gran perdedor ha sido el mercado laboral. David Bravo, del Centro de Estudios Longitudinales de la UC, ha hablado de emergencia laboral. Cuatro años después de la pandemia todavía no recuperamos la participación laboral previa (58 %): estamos en 56%, con casi 220.000 empleos menos. Es un retroceso de 12 años que nos lleva al 2012. América Latina recuperó en 2023 su tasa de participación laboral prepandemia. Los salarios reales, por su parte, han crecido pero la variación anual, de 3,9% entre 2010 y 2015, ha caído a 1,81% en los últimos cinco años. Antes de la pandemia teníamos una informalidad de 29%. Hemos mejorado llegando al 26%, pero aun es alta para nuestro nivel de ingreso.
“La reducción de la jornada laboral y la reforma de pensiones aprobadas en el Gobierno de Boric harán más complejo aún el futuro. La primera afectará la productividad; y la segunda impactará el empleo formal”.
Las últimas noticias sobre empleo no son alentadoras. En el trimestre febrero-abril la tasa de desocupación llegó a 8,8%, superior a la de prepandemia. El crecimiento del empleo en la primera parte del año fue cercano a cero.
Durante gran parte del 2024 el empleo creció sustentado en empleo informal. El bajo crecimiento de los últimos meses se explica, en parte, porque el empleo informal dejó de crecer, señaló el economista Juan Bravo, de la UDP. Mientras los trabajadores formales crecieron 4,1%, se destruyeron el 7,4% de los puestos de trabajo informal. Aun así, la informalidad continúa siendo preocupante, pues son cerca de 2.420.000 personas las que están en esta categoría. Los empleos generados en el último año son el resultado neto de la destrucción de 194.608 empleos informales y la creación de 274.761 empleos formales. Esta tendencia de 2024 anticipaba para 2025 un aumento de la tasa de desempleo, pues en el primer trimestre del año la economía no generaba suficientes puestos de trabajo formal para absorber a todos los trabajadores que dejan la informalidad. El último dato de 8,8% lo confirma.
Dos reformas aprobadas en el Gobierno de Boric harán más complejo aún el futuro: la reducción gradual de la jornada laboral a 40 horas semanales y la reforma de pensiones. La primera no impactaría tanto el empleo agregado a largo plazo, pero generaría cambios en su composición, afectando la productividad. La Comisión Nacional de Productividad ha estimado una caída de 2% del PIB por ese efecto.
La reforma previsional, por aumento de la cotización de 7 pp en régimen y alza de la PGU, tendrá impactos negativos en el empleo formal (débilmente mitigados con el incentivo a cotizar de la garantía de pensiones). Se prevé un impacto negativo en los salarios reales a mediano plazo y habrá un llamado a los trabajadores a ser informales. Otro efecto difícil de cuantificar, por las informaciones incompletas durante su tramitación, será el impacto fiscal de la reforma de pensiones. Muchos especialistas estiman que el déficit aumentará significativamente por ese concepto. Las dos reformas de las que se ufana Jeannette Jara serán así una pesadilla para quienes buscan empleo. Es lo que enfrentará el próximo Gobierno luego del desastre de Boric en materia laboral.