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Y se vienen las 40 horas

Juan Carlos Eichholz Socio CLA Consulting y profesor UAI

Por: Juan Carlos Eichholz | Publicado: Miércoles 29 de marzo de 2023 a las 04:00 hrs.
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Juan Carlos Eichholz

Parece increíble, pero es cierto. Las reacciones fueron destempladas y polarizadas cuando en 2017 las entonces diputadas comunistas Cariola y Vallejo presentaron el proyecto de ley para disminuir la jornada laboral de 45 a 40 horas. Era año de elecciones presidenciales y parlamentarias, y algunos pensaron que esta idea loca, en tiempos de escaso crecimiento económico, no sería más que una estrategia de campaña. Pero no fue así, y en 2019, después del estallido social, una Cámara dividida aprobó y despachó el proyecto al Senado, con el estupor del Gobierno y del empresariado.

Mucha agua ha pasado bajo el puente desde entonces hasta ahora –pandemia incluida–, pero lo cierto es que los senadores, por unanimidad, acaban de aprobar las 40 horas, quedando ahora sólo la ratificación de la Cámara para ser ley. Dos preguntas emergen como ineludibles frente a un cambio tan notorio: ¿Cómo fue que sucedió? ¿Y qué impacto tendrá en las empresas?

“El acuerdo alcanzado es un punto a favor de la política chilena y debe ser valorado, pues la izquierda debió ceder en su histórica defensa de los sindicatos –generalmente contrarios a la flexibilidad–, lo mismo que la derecha en su histórica defensa de los empresarios”.

Que las 40 horas vayan a ser ley se explica, en última instancia, por la mayor conexión de los legisladores con lo que es la realidad del mundo del trabajo. Poniendo la experiencia del trabajador al centro es que los senadores de izquierda estuvieron dispuestos a aprobar una serie de normas que entregan flexibilidad a la jornada laboral y que no eran parte del proyecto original, como el concentrar las 40 horas en cuatro días de la semana o el mensualizar la jornada. Y lo mismo con los senadores de derecha, que entendieron los beneficios en salud y productividad que trae consigo la reducción de la jornada.

El acuerdo alcanzado, en estos tiempos de polarización, es un punto a favor de la política chilena y debe ser valorado, pues la izquierda debió ceder en su histórica defensa de los sindicatos –generalmente contrarios a la flexibilidad–, lo mismo que la derecha en su histórica defensa de los empresarios.

¿Cuál será el impacto para las empresas de esta ley, que se implementará gradualmente, con la reducción de una hora por año? El supuesto es que representa sólo costo, que se irá directamente a la última línea. ¿Será cierto? La evidencia internacional, por ejemplo, de países como Francia o Portugal, desmiente ese supuesto, ya que la disminución de la jornada vino con aumentos de productividad que compensaron una proporción importante del mayor costo laboral. Probablemente ésa fue la razón por la cual Scotiabank en Chile se adelantó a la ley y hace ya un año comenzó a implementar una jornada de 39 horas, aunque quizás vio algo más.

Y es que la clave está en la actitud del empleador. Si asume esta medida desde la resistencia y la desconfianza en sus colaboradores, probablemente caerá en una profecía autocumplida, porque esos trabajadores olerán esa actitud pequeña y mezquina. Si, por el contrario, tiene una mentalidad más adaptativa y abre la conversación dentro de la organización para explorar modos de aplicar la ley que terminen beneficiando a las personas y a la empresa, entonces la historia puede ser distinta. Y si ése es el caso, ¿por qué demorarse cinco años y no hacerlo más rápido?

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