Editorial

Incendios en el sur: respuesta mancomunada

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Las imágenes de los incendios de los últimos días en el sur del país son desoladoras, aunque sin duda no tanto como el catastro de víctimas y daños. Se habla de casi 300 mil hectáreas quemadas, casi 30 personas fallecidas, más de mil viviendas destruidas y cerca de 3 mil damnificados, además de campos arrasados e infraestructura destruida por las llamas; los daños a la flora y la fauna son imposibles de cuantificar, pero también desgarradores.

No puede haber duda de que se trata de una catástrofe de primer orden, semejable a grandes sismos por su costo humano y material. Semejable, también, a otros graves incendios en el pasado, que factores estacionales y climáticos han vuelto ocurrencias tan periódicas como dolorosas. Justamente esto último ha sido parte de la discusión por estos días: ¿No pudo haberse evitado? ¿No debimos estar mejor preparados? ¿Es que no aprendemos de la experiencia? ¿Estamos, tal vez, condenados a repetir estos desastres año a año?

La frustración es entendible y, en algún grado, justificable. Pese a que sí se han tomado algunas medidas para anticiparse relativamente a este tipo de eventos -desde el mundo público y el privado-, son claramente insuficientes, y en ciertos casos inadecuadas. Aun así, es útil tratar de ver las cosas con cierta perspectiva, y recordar que incendios como estos ocurren también con pasmosa regularidad en países desarrollados, como Australia y Estados Unidos, entre otros.

Esa reflexión debe ser parte de la actual emergencia, y una vez concluida, los ciudadanos deberán recordar el compromiso de hacer de la reconstrucción “un eje del Gobierno”, como ha dicho el presidente Boric. Con todo, la respuesta público-privada que estamos viendo ahora es la única posible; sólo una sumatoria de recursos del Estado con los de empresas y sociedad civil puede tener efectos de corto plazo en el control de los incendios, la atención de las víctimas y, es de esperar, la prevención de nuevos focos.

La disponibilidad de todos los actores a que esa respuesta mancomunada se despliegue en todo su potencial es bienvenida y quizás sea la única buena noticia en medio de esta catástrofe.

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