Editorial

Reforma tributaria: un nuevo tipo de discusión

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En conversación con Diario Financiero, el exministro de Economía Juan Andrés Fontaine propuso un ejercicio que no se ha hecho de cara a la opinión pública respecto de la reforma tributaria: el de plantear con claridad cuáles son los objetivos de los cambios al sistema de impuestos, para luego tener un debate abierto en torno a esas finalidades, y sólo finalmente iniciar la búsqueda de acuerdos sobre los mecanismos de financiamiento que las harían viables.

Hasta ahora se ha seguido un camino más bien inverso, priorizando las maneras de obtener una mayor recaudación equivalente a cuatro puntos adicionales del PIB (hasta el 31,7%), sin discutir en detalle para qué y cómo se usarían esos recursos, más allá de metas generales como mejor educación, salud y seguridad, entre otros, en un listado por lo demás cambiante. El exministro acierta al decir que, si el Gobierno aspira a recaudar cerca de 12 mil millones de dólares más de los contribuyentes, debería ser muy específico sobre sus usos y destinos.

Hasta ahora se ha seguido un camino poco lógico: priorizar una mayor recaudación sin discutir en detalle para qué y cómo se usaría.

Por otra parte, si el objetivo final del Gobierno es que Chile cuente con un Estado de bienestar similar al de muchos países europeos que a menudo se citan como ejemplos a seguir, entonces al menos otros dos elementos están ausentes de la discusión.

Por un lado, dichos países financian sus generosos bienes públicos con tasas altas de impuestos a las personas, lo que en Chile no ocurre. Pretender que sólo de las empresas y los individuos de alto patrimonio provengan los recursos para financiar todo el gasto social del Estado no sólo es injusto, sino inviable. Que el 80% de los contribuyentes esté exento del impuesto a la renta no es una receta de sostenibilidad del gasto fiscal en el largo plazo, si se aspira a que dicho gasto crezca sustancialmente.

El otro tema ausente es la eficiencia del Estado y su siempre postergada modernización. Simplemente entregar más recursos a un aparato estatal que ya tiene conocidos problemas de calidad en sus servicios, sin primero hacer un esfuerzo por solucionar esos problemas, es una virtual garantía de que no darán los resultados prometidos.

En suma, la discusión tributaria también necesita una reforma.

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