Qué podría aprender Venezuela de Cuba

Ambas naciones han tenido que configurar un proceso de transición a sus nuevos gobiernos, siendo la isla la que cumplió la meta de mejor forma.

Por: | Publicado: Viernes 24 de mayo de 2013 a las 05:00 hrs.
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Existen similitudes superficiales entre el presidente cubano, Raúl Castro, y su homólogo venezolano, Nicolás Maduro. Ambos han sido conocidos previamente sólo como diputados de bajo perfil en comparación con sus carismáticos presidentes y fueron llamados a tomar el control, con poca anticipación, debido a la mala salud de sus superiores.

Por otra parte, ambos están enfrentando desafíos económicos serios debido a las distorsiones que surgen por complejos controles cambiarios. Sin embargo, Cuba y Venezuela están respondiendo muy distinto al proceso de traspaso de poder a nuevas administraciones. 
Se espera que un cuidadoso proceso en Cuba que asegure la continuidad del régimen más allá de la muerte de Raúl Castro y su hermano, el ex presidente, Fidel Castro, mientras que la experiencia venezolana está probando que ha sido apresurada y mal administrada, provocando que probablemente el chavismo no sobreviva en el largo plazo.

Se podría decir que Cuba tiene un reto más fácil, ya que el gobierno tiene, en comparación, el lujo del tiempo para configurar una transición tranquila del poder. Sin embargo, las autoridades cubanas han sido proactivas y comenzaron el proceso antes.

Luego de liderar Cuba por casi 50 años, Fidel Castro entregó de manera “temporal” la presidencia a Raúl en julio de 2006. En los años que le siguieron, Fidel Castro gradualmente dejó sus responsabilidades oficiales; en febrero de 2008 anunció que no aceptaría la presidencia por otro período (dejando la puerta abierta para que Raúl asumiera el rol de forma oficial). Fidel siguió a la cabeza del Partido Comunista de Cuba (PCC) hasta abril de 2011. Aunque Fidel ha renunciado a todas sus funciones oficiales, continúa escribiendo editoriales en el diario oficial de la isla, Granma, proporcionando legitimidad a Raúl.

Como resultado, cuando Raúl Castro asumió la presidencia a los 76 años en 2008, era un administrador muy experimentado. Liderando el “segundo frente” en la campaña de guerrillas de los ‘50, Raúl Castro ha actuado desde entonces como sustituto de su hermano y ha tenido responsabilidad en la seguridad nacional del país.

Quizás por su muy largo aprendizaje para la presidencia, Raúl Castro no sintió la necesidad de recurrir a la autoridad de su predecesor y no ha intentado seguir su estilo. Las palabras de su hermano que cita con mayor recurrencia (de un discurso en 2000) son que “la revolución está percibiendo el momento histórico para cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Y el cambio ha sido dirigido desde lo más alto: discursos más cortos, horas de trabajo regulares, amplias consultas y énfasis en delegar responsabilidades han sido el sello definitivo de su liderazgo. El objetivo explícito es “institucionalizar” la revolución para que las estructuras y los principios rectores de la existencia del sistema sobrevivan a las figuras fundadoras.

El nombramiento a fines de febrero de Miguel Díaz Canel (quien a sus 53 años es relativamente joven) como primer vicepresidente sugiere que el proceso de la llegada de una nueva generación de líderes está comenzando. Aunque identificar futuros candidatos con liderazgo en el acotado sistema político de Cuba es notoriamente difícil, el alza de Díaz Canel como jefe provincial del PCC a su nombramiento como ministro superior de Educación en 2009 y ahora como primer vicepresidente, lo convierte en un probable sucesor de Raúl Castro, quien confirmó que su actual período presidencial (2013-2018) sería el último.



Caso venezolano


En Venezuela, la transición desde Hugo Chávez, quien fue presidente desde 1999 hasta su muerte en 2013, a Nicolás Maduro ha sido más caótica. Esto se refleja en parte por las presiones del tiempo; Chávez anunció en junio de 2011 que se había sometido a una operación para remover un tumor cancerígeno, pero posteriormente afirmó que se había recuperado por completo y luego ganó las elecciones presidenciales de octubre de 2012. Poco después viajó a Cuba para otra operación, pero su salud se deterioró rápidamente.

Aunque los venezolanos han tenido menos tiempo para planear la transición hacia una nueva administración, el estilo de liderazgo de Chávez apenas ha mejorado las cosas. El poder se centralizó fuertemente durante su presidencia, a expensas de los poderes judicial y legislativo.

Gobernar mediante decretos de emergencia en distintas ocasiones dio a Chávez el control total de la agenda política. Fundamentalmente, Chávez no pudo configurar un sucesor hasta el último minuto. Sin confiar en nadie durante su presidencia, por lo general reorganizó su gabinete cada ciertos meses para que ningún individuo tuviera suficiente apoyo y poder para desafiar su posición.

En este contexto, cuando Chávez eligió a Maduro como su sucesor en diciembre, carecía tanto de legitimidad en la opinión pública como de apoyo sincero desde el Partido Socialista Unido de Venezuela.



Abundan retos económicos


Abordar los retos económicos es un desafío urgente tanto para los gobiernos de Cuba como de Venezuela. Aunque las condiciones subyacentes son muy diferentes -Venezuela es un gran exportador de petróleo con acceso al mercado internacional, mientras que la economía cubana basada en los servicios es una importadora neta de petróleo sin acceso a mercados de capital- ambas economías se han distorsionado por los controles cambiarios.

Esto causa problemas porque para los inversionistas es muy difícil comprar bienes y servicios, lo que contribuye a una caída de la productividad, y también impulsa la inflación, porque las cadenas de retail no tienen opción más que trasladar los mayores costos a los consumidores.

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