Aumenta la brecha entre EE.UU. y Europa sobre cómo reducir las crisis de deuda

El comunicado final de la reunión postergó decisiones clave como la reforma financiera, facilidades al comercio internacional y los impuestos al sistema bancario global.

Por: | Publicado: Martes 29 de junio de 2010 a las 05:00 hrs.
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Durante el fin de semana los jefes de Estado del Grupo de las 20 economías avanzadas y emergentes acordaron reducir sus déficit fiscales y deuda, siendo éste el mayor paso dado por los países miembros del bloque económico.

Sin embargo, fueron muchos los puntos que quedaron pendientes para la próxima reunión de noviembre en Seúl. El principal: falta de acuerdo respecto a si reducir el gasto público o utilizar esta instancia como herramienta para rebalancear las cuentas públicas. Esto provocó un punto de inflexión en las relaciones entre el bloque europeo y EE.UU.

En el intertanto, la advertencia del Banco Internacional de Pagos de que las políticas laxas en los países desarrollados podrían conducir a la economía mundial hacia una recaída, no ayudaron a mejorar los ánimos.

Porque si las cumbres anteriores del G20 recogieron la urgencia de la crisis financiera, adoptando una estrategia común basada en la necesidad de reformar el sistema financiero y crear planes de estímulo para lograr el crecimiento, en la reunión de este fin de semana el divorcio entre un aumento del gasto y un ajuste del cinturón marcó el ambiente.

Mientras EE.UU. buscó desacelerar el retiro de los planes de estímulo para evitar una nueva recesión, la zona euro, liderada por Alemania, hizo hincapié en la necesidad de reducir el déficit público, para frenar el creciente riesgo de default que amenaza a algunos países europeos. Con esto, se acordó que los países "más industrializados" del G20 buscarán reducir su déficit "al menos" a la mitad en 2013 y estabilizar el peso de la deuda pública sobre el PIB para 2016.

Pero no sin condiciones. Obama aceptó la meta a cambio de que la Declaración de Toronto ubicara al "crecimiento" como la prioridad, y no el ajuste.

Y mientras los miembros del G20 discutían cuál es la mejor herramienta, el Banco Internacional de Pagos (BIS, su sigla en inglés) hacía una clara advertencia sobre un riesgo de recaída de la economía mundial si persisten los enormes déficit de presupuesto y una política monetaria laxa. "Los programas de apoyo a los mercados y los establecimientos (bancarios) crearon una dependencia de la cual el sistema financiero corre el riesgo de tener dificultades de liberarse", dijo el BIS en su reporte anual ayer.



Finanzas y comercio

Hubo poco avance sobre una reforma financiera global. Aunque EE.UU. se acercó la semana pasada a la aprobación de su reforma en el Congreso, el mayor avance realizado dentro del marco del G20, el resto del bloque resolvió que cada economía decidiera cómo proceder con impuestos a la banca para financiar los costos de futuros rescates.

El G20 también se comprometió a introducir para fines de 2012 requisitos de capital y liquidez para la banca mucho más elevados para evitar que se repita la crisis de financiamiento que llevó a la quiebra de Lehman Brothers en 2008. Pero los jefes de Estado aplazaron un acuerdo final sobre este punto para la cumbre de noviembre. El BIS en su informe ayer enfatizó que hay que forzar ahora a los bancos a tener colchones financieros para ayudar en la recuperación económica.

Respecto del comercio, tampoco hubo avances. En septiembre, los líderes del G20 reafirmaron su compromiso a combatir el proteccionismo. En Toronto se decidió retomar la ronda de negociaciones comerciales de Doha a fines de 2010. Pero la falta de mayor esfuerzo concreto generó decepción. "Si no logramos restaurar el comercio a los niveles pre-crisis de forma rápida, nos arriesgamos a amenazar la recuperación económica,", advirtió la Cámara Internacional de Comercio ayer.

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