Felipe Correa (42) tiene la imagen fresca. Mundial de Brasil, partido Chile-España, estadio Maracaná repleto. Comienza a sonar el himno nacional. Las cámaras enfocan las caras de los jugadores emocionados cantando. Y de pronto se corta la música.
“Que o la tumba será de los libres, o el asilo contra la opresión…”. El coro sigue a capela y más fuerte que antes. Él está ahí, a pasos de la cancha, vistiendo traje, cantando con todas sus fuerzas. “Todo el contexto fue impresionante. Ganamos 2-0. Después del partido, me acuerdo que en el túnel a los camarines iba llorando el capitán de la selección española, Xabi, porque habían sido eliminados. Y me di cuenta de la magnitud de lo que estaba haciendo Chile a nivel mundial”, recuerda emocionado.
Han pasado 11 años de ese memorable 18 de junio de 2014, y este frío miércoles de julio, Correa está de vuelta en Juan Pinto Durán en la misma oficina que ocupó esa época cuando hablar de La Roja era sinónimo de emoción y de orgullo. Tras nueve años fuera de la ANFP, el periodista y MBA de la Universidad Católica está de regreso como gerente de Selecciones Nacionales. Eso sí, el contexto no es el mismo. La selección tuvo su peor performance de los últimos años, ocupando el último lugar en la tabla de posiciones, eliminada para participar en el Mundial EEUU 2026. Otra vez. Chile tampoco clasificó a Qatar 2022, ni a Rusia 2018.
El desafío es grande. Pero Correa tiene fe. “Podemos hacer un trabajo que nos permita volver a ir a un Mundial”. Toma una pausa, y corrige: “Tenemos la obligación de trabajar para volver a ir a un Mundial”.
La euforia y la reinvención
Felipe Correa Rivera siempre ha sido fanático del fútbol. A los 5 años entró en la escuela de la Universidad Católica liderada por Néstor Isella, en la extinta Santa Rosa de Las Condes. Más grande, en La Serena -donde fue trasladado su padre por trabajo- se hizo parte de Deportes La Serena, hasta que a los 16 años regresó a Santiago. Entonces volvió al equipo de sus amores, la UC, donde compartió camarín y cancha -desde la sub 19 hasta el equipo sub 23- con jugadores como Mark González, Jean Beausejour y Humberto Suazo.
Mientras ellos siguieron su carrera en el fútbol profesional, Correa aprovechó la beca deportiva para estudiar Periodismo en la Universidad Católica. Recién egresado, entró en 2008 a trabajar a la Liga Oriente como gerente de comunicaciones y en mayo de 2010, Harold Mayne-Nicholls -a quien había conocido en el club cruzado, y entonces era presidente de la ANFP- lo contrató en el área de comunicaciones de la asociación.
Al poco andar se hizo cargo del fútbol formativo y la coordinación de Selecciones Juveniles. Sin embargo, antes de cumplir los siete meses en Quilín, Mayne-Nicholls perdió la reelección. Con él se fue el DT de la Roja, Marcelo Bielsa, y el gerente de selecciones Juan Carlos Berliner. Antes de partir, este último dio un mensaje: “en vez de buscar fuera, busquen mi reemplazo aquí adentro”. Y miró a Correa. En enero de 2011, la nueva administración -liderada por Sergio Jadue- le ofreció la gerencia de Selecciones de forma interina. Y ahí se quedó hasta septiembre de 2016.
Entremedio pasó todo.
La primera decisión de la nueva administración fue llevar a Claudio Borghi como DT. Bajo su gestión Chile debutó en Europa en un partido contra Portugal y luego en Holanda contra Colombia. Luego acompañó a la Roja a la Copa América de ese año en Argentina, que la selección perdió en cuartos de final contra Venezuela. Después vinieron las eliminatorias del Mundial de Brasil. “Íbamos bien, pero tambaleó un poquito la época del Bichi (Borghi), y salió a fines de 2012. Ahí trajimos a Jorge Sampaoli”, cuenta.
Chile clasificó al Mundial Brasil 2014. “Tengo una foto de todos nosotros abrazados en la banca de los penales con Brasil, que fue un punto de inflexión para darse cuenta de que podíamos competir con cualquiera”, dice. Y así fue:
en 2015 se jugó en Chile la Copa América y la Roja se coronó campeona en la final con Argentina. Después, en 2016, Juan Antonio Pizzi de DT, Chile otra vez fue campeón en la Copa America Centenario en EEUU.

Al regresar a Chile, en septiembre, con la misión cumplida, Felipe renunció al cargo. Lo hizo por temas familiares. “Me querían matar por tanto viaje, tanta pega”, relata. En su reemplazo quedó Ian Mac Niven por los siguientes cuatro años.
Correa intentó rearmarse. Andrés Fazio, ex director de la ANFP, lo invitó a sumarse como gerente y socio a un proyecto que le había ofrecido Marcelo Guital: Agua Rizola. “Estuve un año, alcanzamos a producir, vender en góndolas, y me llama Pizzi en diciembre de 2017 -luego de que Chile quedara fuera del Mundial de Rusia-, y me dice: ‘Felipe, me voy a Arabia Saudita, tengo que jugar un Mundial ahora. Acompáñame como team manager’”.
Era difícil decir que no a la propuesta. Aceptó, vendió su participación en Rizola de vuelta a Guital y se fue a Riad, los primeros seis meses solo y los otros seis con su familia. “Era una propuesta económica muy buena y era muy interesante: preparar la participación de Arabia Saudita en el Mundial de Rusia que fue increíble, jugamos con los mejores, preparamos un mes y medio en Suiza”, rememora.
El contrato duraba un año y no se renovó. A esas alturas su carrera se proyectaba más fuera del país, y no era algo que quería hacer. Pero tampoco quería dejar de estar vinculado al fútbol. “Justo me llama un accionista de Cruzados que tenía un porcentaje importante y me ofrece ser director.”, dice. Corría 2019, y Correa ganó el cupo. Al poco tiempo lo nombraron vicepresidente de la sociedad anónima y en abril pasado, presidente de la comisión de fútbol.
En paralelo unos amigos lo invitaron a participar -otra vez como socio y gerente- en una gestora de proyectos inmobiliarios de townhouses llamado Nuevo Barrio. La proyección del negocio, en septiembre de 2019, era espectacular. Al mes fue el estallido social y luego vino la pandemia que le pegó fuertemente a esa industria en particular. “Igual desarrollamos seis proyectos en Las Condes, La Reina y San Bernardo, y los vendimos completos. Pero me tocó una época durísima”, señala.
Pese a eso, llevaba una vida tranquila. Pero ese bicho del fútbol nacional no dejaba de rondarle. Estaba ahí, siempre.
Entonces, cuando en mayo Marko Biskupović, el gerente de Selecciones saliente, lo llamó para preguntarle si estaría disponible para escuchar una propuesta de la ANFP, la respuesta de Felipe Correa fue obvia. Luego vino la conversación con Pablo Milad, presidente de la ANFP, y el resto del directorio.
“Se acaba de terminar un proceso que nos fue mal (a la selección), quedamos fuera, y yo siempre he creído que para cambiar las cosas y para aportar no es desde afuera diciendo que está todo mal, sino desde adentro”, sostiene.
No había mucho más que pensar.
El plan
La primera decisión como gerente fue nombrar al entrenador de la Sub 20 Nicolás Córdova en una dualidad de funciones y hacerse cargo además de la selección adulta durante el cierre de las eliminatorias que concluyen en noviembre. “En septiembre hay dos partidos, que a pesar de estar eliminados, queremos aprovechar como instancia competitiva para que jueguen jugadores jóvenes que son los que van a llegar al Mundial de 2030, de 25 años tope. Y empecemos a preparar ya el camino para las eliminatorias que parten en 2027”, explica.
- ¿Cuál es tu diagnóstico del mal desempeño de la selección?
- Mi evaluación es que hay una generación que se puede explotar mejor desde el punto de vista competitivo, y los jóvenes de la selección adulta también están subtrabajados, desde el punto de vista de lo que hizo Ricardo Gareca (el ex DT). Yo creo que se pudo competir mejor, perdimos partidos que no debíamos perder: si hacemos el análisis 1 a 1 de jugadores chilenos versus rivales, tenemos sí o sí que competir más arriba, estar en los lugares de clasificación, y eso tiene que ver con la forma de trabajar del entrenador y la capacidad de desarrollar los entrenamientos para que se compita de una forma distinta, que tiene que ver con niveles de intensidad, de conocimiento del medio, seguimiento de los jugadores, vínculo, que es parte del rol del entrenador y que como equipo uno intenta tomar la mejor decisión de quien conduzca eso. Yo creo que con todo lo que viene de jugadores jóvenes vamos a ser capaces de ganarle a Bolivia, a Perú, a Venezuela… Y tienes siete cupos para ir al Mundial, entonces tienes que clasificar.
- ¿Cómo te convenciste de trabajar con Pablo Milad, que es una persona que ha sido cuestionada en diversos frentes?
- Me tocó trabajar con tres presidentes distintos: llegué con Mayne-Nicholls, estuve con Jadue y después con Salah. Y con los tres pude hacer mi trabajo y no tuve problemas porque este es un cargo que no es político, es técnico. Uno tiene que trabajar con lealtad y asociándose a un proyecto, que tiene que ver más allá del presidente de turno, que es el fútbol chileno. Obviamente hay que trabajar en conjunto con el presidente y el directorio en la toma de decisiones. Pero la evaluación está en base a resultados de lo que ha hecho Milad, que son cuestionables porque nos fue mal, pero después habrá elecciones, seguirá él o vendrá otro, y eso no me tiene que interesar a mí respecto del proyecto deportivo de las selecciones que va al menos hasta 2030. Ahora, si viene otro presidente, él tendrá la facultad de evaluar al equipo, pero a mí me no me da susto si es que estamos haciendo un buen trabajo.
- ¿Qué entrenadores tienes en la mira para hacer este trabajo a 2030?
- Más que nombre, tiene que ser un entrenador que esté obsesionado con ir al Mundial con Chile, que trabaje 24/7 pensando en eso. Cuando me tocó trabajar con Jorge Sampaoli, o con Bielsa, o el mismo Borghi -más allá de los resultados que tuvo-, eran entrenadores muy presentes y muy activos. Esto era un laboratorio donde trabajaban ocho entrenadores, más los ayudantes, planificando el próximo partido, viajábamos a ver a los jugadores a Europa, viajábamos a verlos a sus clubes, había mucho involucramiento con el proyecto.
Lo ejemplifica: “En el cuerpo técnico de Sampaoli, estaba Sebastián Beccacece viendo un partido del Arsenal con el PSG. Veía una jugada que le parecía interesante y tenía ocho analistas que le hacían el corte de esa jugada, lo transformaban en un ejercicio de entrenamiento. Ese ejercicio se practicaba un mes antes con los sparring, y luego con el equipo que se transformara en un ejercicio viable que después tuviera una jugada en un partido. Era todo un proceso, no era llamar a los jugadores, ver quienes estaban mejor y juntarlos cinco dias antes. Había análisis de los rivales, de las virtudes”.
- ¿Eso se descontinuó?
- Reinaldo Rueda no tengo mucho detalle cómo trabajaba, Eduardo Berizzo sí sé que trabajaba muy bien, pero le tocó una transición de jugadores que no logró sacar los resultados que yo creo que merecía su trabajo. Y después Gareca no trabajaba así. Entonces más allá del nombre que venga tiene que ser un perfil demasiado trabajador, obsesivo, moderno y que lo que busque es que Chile juegue con intensidad porque para poder competir no podemos dejar eso al azar. Los niveles físicos de intensidad tenemos que igualarlos con selecciones que son más fuertes que nosotros físicamente para después tratar de controlar el juego desde la pelota.
- ¿Traer a Pellegrini, es posible? ¿O por precio es inalcanzable?
- Más allá de las lucas tenemos que estar los dos de acuerdo con un proyecto y a él le tiene que hacer sentido venir a la selección. Obviamente para nosotros sería un tremendo sueño y espectacular que él pudiera terminar su carrera acá, o sumarse a un proyecto de largo plazo de cinco años.
¿Otra generación dorada?
El miércoles la ANFP organizó un almuerzo con los protagonistas de la Copa América 2015, para conmemorar el décimo aniversario de ese triunfo. Una reunión sin prensa, donde participaron las figuras de la generación dorada, como Arturo Vidal, Claudio Bravo, Jean Beausejour, Jorge Valdivia y Gary Medel.
- ¿Cómo se forma una nueva generación dorada?
- Es que no se trata de ir a ganar la Copa América de nuevo y ser primeros siempre.
- ¿No?
- Se trata de clasificar al Mundial. Y al Mundial puedes clasificar siendo quinto, siendo sexto. Obviamente nuestro objetivo es apuntar a lo más alto posible. Hay una Copa América en 2027, ojalá ganarla, pero es partido a partido con el objetivo de clasificar. Y hay realidades, es improbable que lo hagamos primeros si está Brasil, Argentina, Uruguay. El resto, sí podemos competir. Estamos al final de la tabla y todo lo que queda para delante es mejorar.
- ¿Pero se puede tener una nueva generación dorada?
- Creo que se pueden conseguir logros colectivos que estén cercanos a eso, pero también Chile el ‘87 no tenía generación dorada y llegó a la final de la Copa América… depende de los trabajos que hagas en el fútbol, en las divisiones inferiores, en un buen entrenador, para que como colectivo funcione bien. La generación dorada tiene puntos altos en lo individual, pero como equipo jugaba muy bien, y eso es lo que lograron Sampaoli, Bielsa y en algún minuto Borghi y Pizzi también. En la final que le ganas a Argentina, el funcionamiento colectivo es el que lograba anular a Messi, superar a otro rival. Chile tiene que apostar a su condición natural que es intensidad y posesión: ser capaz de correr más que tu rival y tratar de tener la pelota más que el rival. Requiere mucho trabajo, y el jugador chileno sí tiene condición técnica para desarrollar eso.
Del cargo de Correa dependen administrativa y logísticamente todas las selecciones de fútbol masculinas y femeninas desde la sub 13 a la adulta. Existe una secretaría técnica independiente del entrenador que hace seguimiento a más de 300 jugadores con reportes semanales. Otra secretaría que está buscando jugadores con doble nacionalidad, que podrían ser chilenos y juegan en otras ligas.
Correa toma agua. “Estar en el fútbol en posiciones de influencia es donde quiero estar, porque es la actividad que más me gusta en la vida. Ahora estoy enfocado en un proyecto ojalá a cinco años. Estoy convencido de que el fútbol genera un estado de ánimo en la gente, en el país: desde que quedamos fuera del Mundial el 2018, ha sido un país golpeado, más triste. Estar aportando para que eso ocurra, y la gente esté más feliz, para mí es muy relevante”.
Vemos el video del himno nacional en el Maracaná, que en YouTube se llama
“Chile: El himno más hermoso del mundo”. Correa reflexiona: “El gran punto es que en esas instancias fue la forma de hacer tangible que Chile era capaz de competir con cualquiera.
Es lo que Chile alcanzó a lograr en términos de respeto frente al mundo entero en términos de su condición deportiva. Eso lo podemos volver a lograr”.