El impuesto verde hace referencia a dos tipos de gravámenes que se crearon al alero de la reforma tributaria de 2014: el que afecta a los vehículos motorizados nuevos, y el que grava las emisiones contaminantes fijas.
El primero es un impuesto que se aplica por una sola vez a la compra de automóviles nuevos, livianos y medianos para uso particular. Están exentas las adquisiciones de camionetas y furgones utilizados como vehículos de trabajo. Los taxistas podrán solicitar la devolución de este impuesto. Comenzó a regir el 29 de diciembre del 2014.
Este tributo se calcula de acuerdo a niveles de rendimiento urbano, emisión de óxido de nitrógeno y precio de venta del vehículo.
El impuesto a las emisiones contaminantes fijas, por su parte, grava la emisión de material particulado (MP), óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2) y dióxido de carbono (CO2), producidas por establecimientos cuyas fuentes fijas conformadas por calderas o turbinas, individualmente o en su conjunto, suman una potencia térmica igual o mayor a 50 MWt (megavatios térmicos). El gravamen comenzó a aplicarse en el año comercial 2017 y fue informado por las empresas en el ejercicio tributario 2018.
El tributo grava las emisiones de MP, SO2, NOx y CO2. En el caso del último compuesto, el pago es de US$5 por cada tonelada emitida.
La emisión de material particulado, dióxido de azufre y óxido de nitrógeno se contabiliza a US$ 0,1 por cada tonelada emitida, multiplicado por un factor que depende del costo social de contaminación per cápita y la población de la comuna afectada por la emisión. Se aplica un factor adicional en caso que el establecimiento se encuentre dentro de una comuna que forme parte de una zona declarada como saturada o latente.