Inglaterra se quiebra
¿Qué causó los disturbios en Inglaterra? Algunos culpan a un estado benefactor que ha criado a una generación sin sentido de comunidad. Otros, a la recesión y a los recortes del gobierno.
Por: | Publicado: Viernes 19 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
- T+
- T-
Se ha desarrollado un debate enojado y a menudo confuso sobre las causas de los disturbios que arrasaron muchas partes de Inglaterra en noches sucesivas desde el 6 de agosto. Una tendencia inicial a apuntar a la violencia insensata y pura delincuencia y una preocupación en cuanto a que intentar explicar la violencia podría parecer equivalente a condonarla, han dado paso al foco en distintas causas subyacentes. En general, se están planteando dos conjuntos de explicaciones. Uno se centra en factores culturales. El otro hace hincapié en la evolución económica y política económica. En parte, las narraciones alternativas coinciden con la división política entre partidos.
La versión culturalista culpa a un estado de bienestar que supuestamente ha cultivado una generación sin sentido de comunidad o de solidaridad social. El bienestarismo ha socavado la iniciativa individual y el enlace social y llevado a la creación de una subclase dependiente del bienestar. Es visto como principal causa de la ruptura de los valores sociales y morales. Con su enfoque en “la Gran Bretaña rota” (broken Britain), el primer ministro, David Cameron, habla del impacto de los niños que crecen sin padres, las escuelas sin disciplina y la moral deficiente. Él ha rechazado explícitamente la posibilidad de que los disturbios estén vinculados a la pobreza, la discriminación y la austeridad fiscal.
La provisión de viviendas sociales, beneficios infantiles y centros juveniles fue una respuesta a la visión de que la privación económica era una de las causas fundamental del delito, la delincuencia y la descomposición social de las comunidades. Por lo tanto, al parecer, las políticas económicas y sociales diseñadas en parte para contrarrestar la amenaza de disturbios no sólo fracasaron: han sido contraproducentes.
El líder del Partido Laborista Ed Miliband ha acusado a Cameron de adoptar una visión simplista de los disturbios al mirarlos sólo como un problema de cultura, sin tener en cuenta el impacto de la falta de oportunidades y de privación.
Desde un punto de vista económico, el argumento es que el contexto para los disturbios son las consecuencias de la recesión y la ira por los recortes fiscales. En particular, se culpa a recortes en las becas escolares, que los costos de matrícula se hayan triplicado, y al cierre de centros de trabajo. Un aumento en la tasa de desempleo juvenil a 20% y un número cada vez menor de jóvenes capaces de conseguir puestos en capacitación, empleo o educación superior, así como el recorte de centros y programas sociales para los jóvenes, presuntamente contribuyó al estallido de violencia. Un mapa publicado por Financial Times destacó la correlación entre las zonas de Londres que vio la peor violencia con las cifras del desempleo juvenil y niveles altos de privación.
También hay una dimensión de raza clara en estas tendencias. Las minorías étnicas tienen las tasas más altas de pobreza. En Londres, más de la mitad de personas que viven en hogares de bajos ingresos son de minorías étnicas: el 70% de los pobres en Londres son de minorías étnicas.
Hay un supuesto de larga data en cuanto a que la austeridad fiscal está relacionada con la agitación social. El Centro de Investigación en Política Económica (CEPR) publicó recientemente un libro por Jacopo Ponticelli y Hans-Joachim Voth titulado “Austeridad y anarquía”. Proporciona un considerable apoyo a esta propuesta. El artículo analiza el malestar social en toda Europa desde 1919 hasta el presente y encuentra un vínculo claro entre el repliegue fiscal e inestabilidad que va más allá de la miseria causada por la recesión.
¿Es diferente el Reino Unido?
El punto principal que se puede hacer sobre los dos conjuntos de explicaciones es que no son mutuamente excluyentes y que en parte están interrelacionados. Por ejemplo, la descomposición social y familiar en gran parte puede trazarse a factores económicos como el desempleo y la pobreza. Eso no significa que cada explicación de los disturbios recientes sea válido, ni que todos los factores pertinentes tengan el mismo peso.
Las revueltas y disturbios sociales no son, por supuesto, privativas del Reino Unido. En Europa en los últimos años hubo graves disturbios civiles en Francia y Grecia, y los gobiernos de Letonia y Grecia fueron derribados. Pero en pocas ocasiones el malestar ha sido de la escala vista en el Reino Unido.
Los problemas económicos parecen una condición casi necesaria para la inestabilidad grave, pero no son suficiente. La disminución en los ingresos no es siempre es seguida por disturbios. Es sólo cuando los problemas económicos van acompañados por otras características estructurales de vulnerabilidad que existe un alto riesgo de inestabilidad. La vulnerabilidad subyacente a disturbios depende de una serie de factores, incluyendo el grado de desigualdad en los ingresos, la situación de la gobernanza, los niveles de prestación social, las tensiones étnicas, la confianza pública en las instituciones y una historia de disturbios.
Condiciones económicas y políticas de largo plazo han sentado las bases para (y se han asociado con) la descomposición social en Gran Bretaña. Y el impacto de factores subyacentes desde hace mucho tiempo parecen haber sido exacerbados por la recesión reciente y sus consecuencias.
La ruptura simultánea de la comunidad y la familia ha sido más virulenta en el Reino Unido que en otros países avanzados, en parte por razones históricas relacionadas con la de ser un país industrializado temprano y en parte debido a políticas específicas que han sido seguidas por muchos gobiernos. Las instituciones sociales, como la iglesia y los sindicatos han estado en declive y nada ha tomado su lugar.
La gran población penal del Reino Unido (sólo España es proporcionalmente mayor en Europa occidental) es otro indicador revelador de un tejido social débil. La sociedad británica es una de las más desiguales en Europa y sus niveles de confianza en las instituciones públicas están entre los más bajos en Europa occidental.
La versión culturalista culpa a un estado de bienestar que supuestamente ha cultivado una generación sin sentido de comunidad o de solidaridad social. El bienestarismo ha socavado la iniciativa individual y el enlace social y llevado a la creación de una subclase dependiente del bienestar. Es visto como principal causa de la ruptura de los valores sociales y morales. Con su enfoque en “la Gran Bretaña rota” (broken Britain), el primer ministro, David Cameron, habla del impacto de los niños que crecen sin padres, las escuelas sin disciplina y la moral deficiente. Él ha rechazado explícitamente la posibilidad de que los disturbios estén vinculados a la pobreza, la discriminación y la austeridad fiscal.
La provisión de viviendas sociales, beneficios infantiles y centros juveniles fue una respuesta a la visión de que la privación económica era una de las causas fundamental del delito, la delincuencia y la descomposición social de las comunidades. Por lo tanto, al parecer, las políticas económicas y sociales diseñadas en parte para contrarrestar la amenaza de disturbios no sólo fracasaron: han sido contraproducentes.
El líder del Partido Laborista Ed Miliband ha acusado a Cameron de adoptar una visión simplista de los disturbios al mirarlos sólo como un problema de cultura, sin tener en cuenta el impacto de la falta de oportunidades y de privación.
Desde un punto de vista económico, el argumento es que el contexto para los disturbios son las consecuencias de la recesión y la ira por los recortes fiscales. En particular, se culpa a recortes en las becas escolares, que los costos de matrícula se hayan triplicado, y al cierre de centros de trabajo. Un aumento en la tasa de desempleo juvenil a 20% y un número cada vez menor de jóvenes capaces de conseguir puestos en capacitación, empleo o educación superior, así como el recorte de centros y programas sociales para los jóvenes, presuntamente contribuyó al estallido de violencia. Un mapa publicado por Financial Times destacó la correlación entre las zonas de Londres que vio la peor violencia con las cifras del desempleo juvenil y niveles altos de privación.
También hay una dimensión de raza clara en estas tendencias. Las minorías étnicas tienen las tasas más altas de pobreza. En Londres, más de la mitad de personas que viven en hogares de bajos ingresos son de minorías étnicas: el 70% de los pobres en Londres son de minorías étnicas.
Hay un supuesto de larga data en cuanto a que la austeridad fiscal está relacionada con la agitación social. El Centro de Investigación en Política Económica (CEPR) publicó recientemente un libro por Jacopo Ponticelli y Hans-Joachim Voth titulado “Austeridad y anarquía”. Proporciona un considerable apoyo a esta propuesta. El artículo analiza el malestar social en toda Europa desde 1919 hasta el presente y encuentra un vínculo claro entre el repliegue fiscal e inestabilidad que va más allá de la miseria causada por la recesión.
¿Es diferente el Reino Unido?
El punto principal que se puede hacer sobre los dos conjuntos de explicaciones es que no son mutuamente excluyentes y que en parte están interrelacionados. Por ejemplo, la descomposición social y familiar en gran parte puede trazarse a factores económicos como el desempleo y la pobreza. Eso no significa que cada explicación de los disturbios recientes sea válido, ni que todos los factores pertinentes tengan el mismo peso.
Las revueltas y disturbios sociales no son, por supuesto, privativas del Reino Unido. En Europa en los últimos años hubo graves disturbios civiles en Francia y Grecia, y los gobiernos de Letonia y Grecia fueron derribados. Pero en pocas ocasiones el malestar ha sido de la escala vista en el Reino Unido.
Los problemas económicos parecen una condición casi necesaria para la inestabilidad grave, pero no son suficiente. La disminución en los ingresos no es siempre es seguida por disturbios. Es sólo cuando los problemas económicos van acompañados por otras características estructurales de vulnerabilidad que existe un alto riesgo de inestabilidad. La vulnerabilidad subyacente a disturbios depende de una serie de factores, incluyendo el grado de desigualdad en los ingresos, la situación de la gobernanza, los niveles de prestación social, las tensiones étnicas, la confianza pública en las instituciones y una historia de disturbios.
Condiciones económicas y políticas de largo plazo han sentado las bases para (y se han asociado con) la descomposición social en Gran Bretaña. Y el impacto de factores subyacentes desde hace mucho tiempo parecen haber sido exacerbados por la recesión reciente y sus consecuencias.
La ruptura simultánea de la comunidad y la familia ha sido más virulenta en el Reino Unido que en otros países avanzados, en parte por razones históricas relacionadas con la de ser un país industrializado temprano y en parte debido a políticas específicas que han sido seguidas por muchos gobiernos. Las instituciones sociales, como la iglesia y los sindicatos han estado en declive y nada ha tomado su lugar.
La gran población penal del Reino Unido (sólo España es proporcionalmente mayor en Europa occidental) es otro indicador revelador de un tejido social débil. La sociedad británica es una de las más desiguales en Europa y sus niveles de confianza en las instituciones públicas están entre los más bajos en Europa occidental.