La
Reserva Federal de EE.UU. tuvo que apartar US$ 110.000 millones en billetes de US$ 100 debido a problemas en la impresión de sus nuevas y
sofisticadas características contra la falsificación, informó la cadena
NBC.
El valor total de los 1.100 millones de billetes
defectuosos representa más del 10% del suministro total de
moneda estadounidense en circulación en el planeta, que asciende a US$
930.000 millones, según indicó a la NBC una fuente anónima
del Gobierno.
El problema ha obligado a la Fed a desechar esos
billetes y a detener la producción de los nuevos, que la agencia
preparaba desde abril para su puesta en circulación en febrero de 2011.
Los mecanismos diseñados para combatir la falsificación, que incluyen
una nueva banda de seguridad en tres dimensiones y la imagen de una
campana que cambia de color, han resultado ser demasiado complejos para
las impresoras del banco central estadounidense.
Según la NBC,
el problema está en las arrugas que se forman en el papel durante la
producción, que revelan una mancha blanca en la parte del billete que
muestra la cara del ex presidente Benjamin Franklin.
Hasta que
la Fed dé con un sistema que permita determinar cuántos de los billetes
contienen el fallo, los 1.100 millones de unidades se encuentran
apartados en las cajas fuertes de los edificios de la agencia en
Washington y Fort Worth (Texas), agrupados en paquetes de 16.000 papeles
cada uno.
Mientras que una comprobación manual de los
paquetes llevaría a la Fed entre 20 y 30 años, la agencia cree que un
sistema mecanizado podría reducir el trabajo a alrededor de un año, tras
lo cual pasarían a triturar las unidades defectuosas.
Los
billetes son además los más caros que se han producido nunca, según la
NBC, con un costo aproximado por unidad de 12 céntimos, el doble que el
de un billete convencional, lo que significa que el Gobierno ha gastado
alrededor de US$ 120 millones en emitir moneda inservible.
Para
evitar una falta de liquidez, la Fed ha ordenado reactivar la producción
de los billetes que contaban con la firma de Hank Paulson, el
secretario del Tesoro del Gobierno de George W. Bush, y no con la del
actual, Timothy Geithner, que sí estaba impresa en el nuevo diseño.