El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, reiteró hoy su intención de aprovechar la presidencia gala del G-20 para impulsar una reforma del sistema monetario internacional (SMI) y que el dólar no sea la única moneda de referencia, un proyecto que cuenta con la oposición de Washington y Beijing.
Pese a todo, Sarkozy lo situó en el centro de las prioridades de su año al frente del club que reagrupa a los países desarrollados y los emergentes un periodo en el que París también liderará el G-8, que reúne a las principales economías mundiales más Rusia.
El presidente francés se ha pasado los últimos meses de reuniones con los grandes líderes del mundo y a todos les ha hecho partícipes de su intención de cambiar el SMI, pero la idea no ha recibido una cálida acogida en EE.UU. y China.
Durante la presentación de las prioridades francesas al frente del G-20 y el G-8, Sarkozy volvió a insistir en la idea, aseguró que la reforma que tiene en mente no supone atacar al dólar, la divisa mayoritaria en los intercambios internacionales, si no una apertura a otras monedas.
Para el presidente galo el actual SMI es inexistente, se basa en la desregulación y genera desequilibrios y peligros que han quedado de manifiesto en la reciente crisis económica.
Por eso hacen falta, dijo, nuevas reglas que deberán ser establecidas por el G-20 y, en su opinión, gestionadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución que Sarkozy prefiere ver pilotando la economía mundial "que diciendo a tal o tal país que tiene demasiados funcionarios".
En general, Sarkozy pidió más control sobre los intercambios internacionales para evitar que se acrecienten los desequilibrios entre países y aseguró que propondrá la creación de "un código de conducta en materia de gestión de flujos de capitales".
Pero el presidente francés reconoció que hará falta encontrar nuevos recursos para mantener la ayuda que los países ricos han prometido a los pobres, un dinero difícil de obtener en un momento en la que la mayor parte de los países se aprieta el cinturón para afrontar la crisis.
Por eso quiere que el G-20 encuentre mecanismos "innovadores" para encontrar esos capitales y, entre ellos, Sarkozy insistió en su idea de tasar los intercambios financieros, un proyecto que el presidente galo sabe que no cuenta con el respaldo de todos los países pero que espera sacar adelante.
"Es una tasa moral, útil y eficaz para encontrar nuevos recursos para el desarrollo", afirmó Sarkozy, que reconoció que esa iniciativa tiene "grandes adversarios".
En este sentido, Sarkozy insistió en los problemas de hambruna generados por la especulación que rodea a los mercados de las materias primas, en los que también preconizó una regulación.