Jorge Navarrete

Domingo de contrastes

JORGE NAVARRETE P. Abogado

Por: Jorge Navarrete | Publicado: Martes 6 de julio de 2021 a las 04:00 hrs.
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Jorge Navarrete

Qué duda cabe. La jornada de este pasado domingo estuvo plagada de muchos contrastes.

Entre la esperanza de iniciar un proceso que nos permita recuperar la legitimidad y confianza en nuestro sistema institucional, mediante el debate de elenco que representa de manera más fidedigna el Chile actual que cualquier otra instancia de representación popular; con la incertidumbre que conlleva todo cambio sustancial, más cuando no existe todavía certeza de que su tarea se desarrollará dentro de los propios límites y reglas con las que se aprobó este proceso.

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Entre la constatación de un hecho inédito en nuestra historia republicana, que por primera vez congrega en democracia, mediante el sufragio universal -paridad y cupos para pueblos originarios mediante- a la importante tarea de discutir un nuevo texto constitucional; con la cotidianidad a la cual estamos desgraciadamente acostumbrados, donde unos pocos persisten en echar mano a la virulencia física y verbal, desoyendo ese principio fundamental de que en una democracia no hay mayor fuerza que la inherente a los propios argumentos.

Entre un símbolo de civilidad y unión de todos los hijos e hijas de una misma patria, los que ponen en común sus legítimas diferencias con el propósito de encontrar una verdad colectiva, donde todos somos necesarios y nadie sobra; con la mirada particular y sesgada de tantos que, aferrados a los prejuicios, la rabia y las medias verdades, excluyen y denuestan a las nuevas minorías con el mismo desprecio que por tanto tiempo ellos mismos acusaron fueron víctimas.

Entre la urgente necesidad de reencontrarnos en las distintas realidades que se viven en Chile, apelando a la necesaria apertura para abrir nuestras mentes y corazones en la búsqueda de los elementos de nuestra identidad; con el desprecio que algunos mostraron con aquellas pocas cosas que todavía sentimos nos unen, como son nuestro himno nacional, todo lo cual se verificó con el agravante de insultar -cuando no atemorizar- a los niños que eran los protagonistas de ese momento.

Entre el optimismo desatado de quienes, embargados por la natural emoción de tan esperado momento, sostienen que lo de este domingo fue nada menos que una virtuosa refundación de la República, siendo incapaces de advertir y reconocer los cimientos sobre los que este proceso se instala; con el pesimismo militante de quienes ven en esta Convención un inexorable símbolo del derrumbe institucional, el que amenaza todas nuestras formas de convivencia, al punto de no advertir ninguna bondad u oportunidad en este nuevo proceso.

En lo personal, me quedo con el que a mi juicio fue el más distintivo e importante contraste. Ese que, frente a la moda de lo nuevo, distinguió a la representante de lo que aparentemente es el viejo orden, parte y protagonista de esa misma historia institucional que para muchos debe superarse: me refiero a la abogada Carmen Gloria Valladares. El desempeño de esa mujer fue fundamental para evitar lo que parecía un inminente fracaso, mostrando cualidades que hace tiempo están extraviadas en nuestros líderes y el debate público: me refiero a convicción, templanza, sabiduría, sentido común y dignidad.

En ella y su ejemplo está la clave. Un difícil equilibro que se someterá a permanentes retos y desafíos, pero donde la urgente necesidad de culminar bien esta tarea finalmente permita a todos, tal cual le ocurrió a esta abogada el domingo, ser despedida entre los aplausos y vítores de quienes habían sido sus originales detractores.

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