Jorge Quiroz

A propósito de gatos y ratones

Por: Jorge Quiroz | Publicado: Viernes 25 de octubre de 2013 a las 05:00 hrs.
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En un audaz intento por darse a entender, la candidata presidencial Roxana Miranda optó finalmente por la caricatura: redujo la economía política nacional a un asunto de gatos y ratones. En la historia que cuenta Roxana (ver franja) la gran mayoría del país estaría compuesta por ratones, que, por ignotas razones, eligen cada cuatro años a gatos como presidente y miembros del congreso. De modo esperable, los gatos dictan leyes que les permiten engullir más y más ratones con mínimo esfuerzo. Los ratones, cansados con esta situación, son convocados ahora por Roxana a elegir... un ratón (¿o debiéramos decir ratona?).



La caricatura propuesta, si bien extrema las cosas al límite del ridículo, tiene una virtud: efectivamente “explica en fácil” lo que mucha gente intenta hacer de modo complicado y oblicuo. Como dijo Ortega, a veces para pensar hay que exagerar. La exageración que supone una caricatura deja al descubierto el pensamiento último de Roxana y, me temo, también el de varios otros candidatos en competencia.

En efecto, la parábola de los gatos y ratones deviene de una falacia fundamental, cual es la de concebir el funcionamiento económico como un juego de suma cero. En un juego de suma cero, el total de renta a distribuir está fijo. Ergo, lo que uno gana, otro lo pierde. Si usted se siente perdedor, entonces es que está dentro de los ratones: es perdedor porque hay gatos que han tomado lo suyo (¿quién me robó mi queso?). Es una falacia porque en economía, cuando las reglas son las correctas -mercados competitivos, leyes estables, equilibrios macro- el juego no es de suma cero sino de suma positiva: es posible que todos ganen, y de hecho así ocurre; basta ver lo sucedido con la economía nacional en los últimos 25 años.

La concepción de la economía política como un juego de suma cero es tan antigua como la disciplina misma. Antes de Adam Smith, los mercantilistas pensaban que en el comercio internacional, indefectiblemente alguien ganaba y otro perdía, creencia hoy refutada por masiva evidencia en sentido contrario. Asimismo, el lucro en la educación y en otros ámbitos es condenado por muchos con idéntica lógica: se piensa que el sólo hecho que alguien gane, implica que otro pierde. Y, desde luego, el asunto no termina ahí: hay quienes piensan que si los bancos ganan es porque los que piden prestado pierden; que si a las casas comerciales les va bien es porque a otros les va mal, etc. En suma, se trata de un amplio conjunto de falacias que descansan todas en la idea del mundo poblado por gatos y ratones, en definitiva, un gran juego de suma cero.

En nuestro medio, la falacia del juego de suma cero tiene profundas raíces. A nivel latinoamericano, uno de los libros más populares de economía política es el de Galeano: “Las venas abiertas de América Latina”. La obra de Galeano se puede resumir en una frase: América Latina es pobre porque ha sido expoliada por otros. ¿Quienes serían los “otros”? Un montón de gatos, donde se incluye a los españoles, los portugueses, los ingleses, los Estados Unidos de América, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Mucho menos popular en cambio es el libro de Sebastián Edwards sobre similar tópico: “Populismo o Mercados: El Dilema de América Latina”. En Edwards, al contrario que en Galeano, la culpa del atraso de América Latina es América Latina misma: sus propias políticas, implementadas por sus propios políticos. Desde luego, no es muy popular un libro que explica que el problema que tienes se debe a tu propia responsabilidad y no a la de otros; mucho más atractivo es culpar de nuestros males a terceros. Me imagino que sería igualmente de poco vendedora una caricatura que mostrase que existen cientos de miles de casos de ratones que, a punta de esfuerzo, y con las oportunidades adecuadas... un buen día se convirtieron en gatos.

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