Jorge Quiroz

El déficit en cuenta corriente importa....

Por: Jorge Quiroz | Publicado: Viernes 21 de diciembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Y el tipo de cambio también. Un aumento del déficit en cuenta corriente, esto es, un aumento del exceso de gasto de la economía, acompañado por un tipo de cambio real que debe bajar para acomodar el mismo, puede ser signo de confianza en el futuro, pero, por otro lado, bien podría ser una señal de alerta.



En Chile, a comienzos de los 80, un déficit creciente en la cuenta corriente y un tipo de cambio real a la baja fue el presagio de una de las más grandes crisis económicas de la historia económica moderna de nuestro país. El episodio tuvo su deja vu para la “crisis asiática”, donde un empeoramiento súbito en los mercados de destino de nuestras exportaciones nos encontró con un elevado exceso de gasto y un tipo de cambio atrasado que obligó a una dolorosa corrección, cuyas consecuencias se extendieron mucho más allá de lo previsto. Pero por otro lado, otros países, como Corea del Sur, tuvieron en alguna etapa de su desarrollo déficits de cuenta corriente muy elevados, por muchos años, sin que ello tuviera como episodio sobreviniente una crisis económica; muy por el contrario, el déficit en cuenta corriente, que en esos casos más bien acomodó inversión externa altamente productiva, fue un ingrediente necesario del crecimiento económico ulterior.

Así las cosas, el mismo dato, déficit en cuenta corriente y tipo de cambio real deprimido, puede significar cosas bien distintas, acaso la luz que se ve al final del túnel, acaso la locomotora que se nos viene en sentido contrario. ¿Cómo distinguir uno u otro caso?
Si el déficit en cuenta corriente está básicamente acomodando inversión externa directa, y si, por otro lado, el tipo de cambio real a la baja está simplemente reflejando mayores niveles de productividad en el sector transable, no debiera haber motivo de preocupación; muy por el contrario, se trataría más bien de una señal que vendría a confirmar un crecimiento alto y sostenido.

Por el contrario, si el déficit en cuenta corriente está más bien reflejando un crecimiento del consumo y si, por otro lado, la baja concurrente del tipo de cambio real ocurre con un creciente stress de competitividad en los sectores transables, entonces hay buenas razones para preocuparse.

¿Cuál es la situación en Chile? Tenemos un déficit en cuenta corriente al alza. Desde un superávit de 1,5 puntos del PIB en 2010, el país pasó a un déficit esperado de 3,8 puntos el año 2012. La última proyección es que este exceso de gasto podría empinarse a 4,6 puntos del PIB en 2013. Por su parte, el tipo de cambio real se mantiene en niveles bajos por estándares de comparación histórica, lo que pone en difícil situación al sector transable no minero.

Buena parte de este desarrollo tiene que ver con los excelentes términos de intercambio, y muy particularmente con los elevados precios del cobre y otros minerales exportados por Chile, lo que ha inducido una fuerte inversión externa directa, la cual alcanza al tercer trimestre de 2012 US$ 17.758, todo un record. Con todo, no todo el exceso de gasto es inversión y no toda la inversión es generadora de flujos futuros de divisas: parte de la inversión es inmobiliaria, sector que vive hoy por hoy todo un boom.

Esta combinación de elementos, que proveen algo de seguridad pero también más de una señal de alerta, hacen pensar que si bien hoy “la foto” no luce mal, “la película” hacia adelante sí amerita cierta preocupación. En este contexto, el Banco Central haría bien en administrar medidas para contener el déficit en cuenta corriente en niveles cercanos a los actuales, y no permitir que siga escalando. Pero esto no es fácil. Un alza en las tasas de interés, por ejemplo, podría terminar alimentando la entrada de capitales, que podría incluso deprimir más el tipo de cambio, con efectos inciertos sobre el gasto. Se podría requerir entonces de otros instrumentos. El Central tiene la palabra.

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