Jorge Quiroz

¿Política adolescente?

Por: Jorge Quiroz | Publicado: Viernes 11 de abril de 2014 a las 05:00 hrs.
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Si bien nuestro ordenamiento jurídico establece la “mayoría de edad” a los 18 años, estudios científicos han demostrado que en dicha etapa el cerebro aún no termina de desarrollarse. Por las 18 primaveras, la corteza frontal, responsable del pensamiento racional, aún no alcanza su plenitud y consecuentemente, muchas de las acciones de los jóvenes son aún determinadas por aquella parte del cerebro llamada amígdala, más cerca de los instintos que de la razón. Este descubrimiento científico viene a confirmar nuestra observación casual como padres, que muchas veces vemos a nuestros hijos tomando decisiones más impulsivas de la cuenta. Para las compañías de seguro, este descubrimiento tampoco es gran novedad: la mayoría de éstas no asegura autos guiados por conductores menores de 22 años; presumo que sería ruinoso proceder de otro modo.

Estamos acostumbrados a pensar que la política es un asunto de adultos. Pero no siempre fue así. En efecto, como el aumento de la expectativa de vida es sólo un desarrollo de los últimos doscientos años, antes del siglo XIX la “historia de la humanidad” era más bien cosa de adolescentes. Coincidentemente, este punto de inflexión en el S XIX, cuando la historia pasa de adolescentes a adultos, ocurre cuando irrumpe en el mundo occidental el desarrollo capitalista. Y ambas cosas están relacionadas, puesto que el capitalismo está psicológicamente anclado en el cálculo económico -racional- y no en el instinto: es mucha más corteza frontal que amígdala, mucho más pensamiento adulto que adolescente, sin perjuicio de los “espíritus animales” de que hablara Keynes.

Resulta interesante entonces mirar épocas anteriores al S. XIX, pues éstas son ricas en eventos con protagonismo juvenil. Mi episodio favorito son las Cruzadas. Una de las motivaciones que tuvo el Papa Urbano II cuando llamó a éstas fue precisamente contener la energía de señores feudales adolescentes que vivían matándose entre ellos: los convenció de ir, “entre todos”, a matar a otros. Los protagonistas de esa saga son todos adolescentes o muy jóvenes: Ricardo “Corazón de León” tenía tan sólo 22 años cuando emprendió la 3a Cruzada y su archirrival (y ex amante) Felipe Augusto de Francia, frisaba los 25. Las Cruzadas, si bien trajeron consigo, como efecto inesperado, una serie de desarrollos notables, como buena historia adolescente están plagadas de excesos, desorganización y energía descontrolada; de ahí que sean tan entretenidas hoy de estudiar.

También, siempre ha habido jóvenes cautivados por alguna organización de férrea jerarquía. Quizá, ante el incompleto desarrollo de la corteza frontal, que impide confiar en el discernimiento propio, la opción sea delegar éste en una autoridad. Ahí vemos entonces, por ejemplo, las “órdenes” Templaria y Germánica así como las numerosas sectas que ha habido en la historia.

Las observaciones del pasado nos permiten entender los movimientos juveniles del presente. Hoy como ayer, la energía juvenil, actuando sin contención, es capaz de parar un país completo en nombre de un ideal imposible, como en la Francia de mayo del 68. Asimismo, hoy como ayer, las tendencias anárquicas coexisten con organizaciones jerárquicas: basta ver cómo el Partido Comunista conquista adeptos entre los jóvenes, ya que tratándose de adultos los resultados no son tan buenos; sin ir más lejos, el propio Ministro de Hacienda parece que fue comunista en su juventud, pero ya no.

Traigo estas reflexiones a colación porque veo con inquietud cómo en nuestro país se observa una creciente sumisión a las demandas juveniles -una suerte de “efebo filia”- sin que medie cálculo racional alguno. Se alaba a los políticos “sub-30” e incluso algunos entraditos ya en años posan con arrestos adolescentes. De paso, vamos encaminados a refundar todo -tributos, educación, Constitución- porque las marchas adolescentes de ayer parecen estar dictando la política de hoy. ¿No será mucha amígdala y poca corteza?

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