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Lecciones democráticas para un pacto tributario

Vicente Furnaro Abogado tributario y socio de Tax Defense

Por: Vicente Furnaro | Publicado: Jueves 22 de septiembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Vicente Furnaro

La voz popular escuchada fuerte y clara en el plebiscito constitucional de salida nos ha dejado una lección irrefutable: las reformas estructurales que se pretenden a largo plazo, requieren en su origen la mayor transversalidad posible, sumando visiones y equilibrando intereses.

Un sistema tributario, concebido como herramienta económica y social, no puede desatender el impulso del capital y trabajo como fuerzas motoras complementarias y mutuamente necesarias. No pretenda una reforma estructural, constitucional, tributaria, de pensiones o la que fuera que desee regir durante las próximas décadas, que los altos grupos económicos se transformen en compasivos franciscanos, más preocupados de repartir que de acumular.

“El fuerte golpe que propina el proyecto de reforma al mundo inmobiliario, exportador, minero y de la construcción, entre otros, parece no considerar el necesario equilibrio que el ejercicio democrático reciente nos ha recordado y exigido”.

En materia de impuestos, no hemos sido capaces -en más de una década- de acordar un sistema tributario permanente, cierto y equilibrado, que permita cumplir con los anhelos redistributivos y con el incentivo a la inversión. No hemos estado a la altura para alcanzar un sistema político- económico que, a través de la herramienta tributaria logre el virtuoso círculo de la creación de riqueza permanente y su redistribución, sin que capital ni trabajo se sientan postergados.

Hemos visto sucesivas reformas tributarias estructurales tan simples como cortoplacistas, en menos de diez años, sobrepuestas unas a otras, en el estéril intento por imponer visiones o intereses, olvidando el equilibrio requerido;, algunas apuntando esencialmente a la inversión, como si hubiera aún tiempo para que las mayorías sigan esperando, y otras, pretendiendo la ciega recaudación de la riqueza acumulada, como si se tratara de una colecta sobre una porción estática a repartir.

El fuerte golpe que propina el proyecto de reforma tributaria de turno al mundo inmobiliario, exportador, minero y de la construcción, entre otros, parece no considerar el necesario equilibrio que el ejercicio democrático reciente nos ha recordado y exigido. El proyecto actual apunta derechamente a la desconfianza en el contribuyente, replicando modelos de cazarrecompensas tributarios, castigando la acumulación de riqueza como un botín y desincentivando evidentemente el ahorro y la inversión, desequilibrios que, una vez más, dejarán sin destino a este nuevo intento.

Si lo que buscamos es un sistema tributario eficiente, equitativo y de largo plazo, vamos entonces por un auténtico pacto fiscal. Ese pacto fiscal, además del contenido técnico del sistema tributario que diseñe, si pretende ser eficaz y respetado en el tiempo, debe ocuparse de su origen o pedigrí democrático, acogiendo visiones e intereses, en una relación de equilibrio y reciprocidad -y no de dominación- entre inversión económica e inversión social. Aprendamos la lección.

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