¿Nuevas estrategias para el sindicalismo?
Con la discusión política sobre la ley laboral, podemos razonablemente suponer que la legislación terminará con la práctica del multi rut como...
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Con la discusión política sobre la ley laboral, podemos razonablemente suponer que la legislación terminará con la práctica del multi rut como instrumento para frenar la aparición o aumento de sindicatos en la empresa. Frente a este escenario, quedan a mi juicio dos alternativas: desincentivarlos o administrar la cooperación.
Las campañas de desincentivo a la sindicalización son conocidas en EEUU, cuya legislación sindical es más fuerte que la nuestra en la defensa de asociaciones sindicales. Sin mayor dificultad pueden encontrarse algunos ejemplos en líneas aéreas o grandes cadenas de supermercados que han querido evitar que los trabajadores se sindicalicen. Esto se ha hecho con un mensaje que intenta de algún modo evidenciar que la empresa ofrece mejores beneficios que el sindicato. La campaña anti afiliación es competir por los socios. Estas campañas han generado cierto nivel de odiosidad cuando, como suele suceder, más de algún trabajador se ha visto desvinculado de la empresa por razones más o menos justas. Las desvinculaciones se han transformado en reportajes y, evidentemente, en ciertas formas de desprestigio de la misma empresa y sus políticas laborales. En general, no parece que el desincentivo sea el mejor camino.
La administración de la cooperación es siempre una buena alternativa. Hay razones de principios. La libre asociación permite empresas y sindicatos por igual. Sin embargo, no podemos sobreponer la libre asociación al bien que consigue el trabajo: el bien social. Luego el principio no garantiza cualquier práctica sindical por el hecho de ser una asociación sindical. Hay ciertos límites.
En términos más prácticos, fuera de Chile hay casos interesantes de prácticas cooperativas entre dirección y sindicato. Estas prácticas pueden tener una injerencia relevante en los resultados de la empresa. Las empresas u organizaciones públicas que en países como EEUU incorporaron una relación estratégica con sus sindicatos pudieron ver, en el largo plazo, no sólo un resultado positivo en la productividad, sino también, una baja en la rotación y optimización en cambios organizacionales mayores (J. Pfeffer, 2007).
Es posible administrar el sindicato y establecer estrategias de cooperación. Siendo optimista, parece preferible pensar que la cooperación puede permitir no sólo mejorar las condiciones del trabajador, sino también terminar la terrible ideología del rencor que caracteriza algunos sindicatos, y que muchas veces se justifica con ejemplos de malas condiciones de trabajo.