Padre Hugo Tagle

En la sala de clases

Pensé escribir sobre los paros estudiantiles, pero no saco nada. Ninguno de los que estén en paro leerá estas letras. Me tiene molesto esto de los paros estudiantiles...

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 13 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Padre Hugo Tagle

Pensé escribir sobre los paros estudiantiles, pero no saco nada. Ninguno de los que estén en paro leerá estas letras. Me tiene molesto esto de los paros estudiantiles. Se confunden las legítimas demandas, varias de ellas de larga data, con un afán de entorpecerlo todo, enrarecer el ambiente y -digámoslo- escasa o nula voluntad de arreglar algo. Se nota cuando la gente quiere solucionar sus problemas y cuando es un puro afán de molestar.



Aquí, leo mucho más de lo último, lamentablemente. Y con ello pierden los mismos estudiantes; una buena mayoría que mira impávida y temerosa ante el ruido que meten unos pocos. En ese ambiente, difícil poder entrar en razones.

Nos estamos mal acostumbrando a un los golpes, gritos y amenazas como camino para entendernos.

Saco algunas lecciones de esto. Por de pronto, es cierto que la educación en Chile ha sido el pariente pobre. Somos mezquinos con ella. Países similares al nuestro destinan más recursos a ella. Es cosa de ver las cifras. Se ha hecho mucho, pero falta poner el cascabel al gato y apostar más decididamente por el factor fundamental de desarrollo que es una buena educación.

Junto con esto, falta un cambio de mentalidad ante la educación. Las diferencias aún notables entre educación pública y privada radican en buena parte en los escasos hábitos de estudio y disciplina que tiene una buena masa de estudiantes secundarios. Las cifras en materias como matemáticas y ciencias hablan por sí solas.

Personas “mal educadas” tendrán siempre mala calidad de vida, pocas posibilidades de surgir y desenvolverse con seguridad y confianza.

Nos falta escuchar más a los profesores. A esos que “pelan el ajo” en situaciones muy adversas, con alumnados difíciles, con apoderados que atornillan muchas veces “al revés”.

La educación es un enorme tesoro, cuya importancia no valoramos aún del todo. No nos creemos el cuento de que es el lugar para dar ese salto a la modernidad y dejar el subdesarrollo. Nuestras materias primas se acabarán. El capital humano es lo mejor que tenemos. Y tenemos buena “materia prima”. Hay tesón, garra y buena voluntad. Pero no bastan. A ello hay que sumarle conocimientos, buenos hábitos, rigor intelectual, sagacidad y perspicacia. Y eso se aprende en la escuela, con dedicación y a punta de esfuerzo y sudor.

No es un asunto de más dinero. También. Sobre todo se trata de dar una mirada más serena y confiada, “creernos el cuento” y apostar a nuestra educación como el gran tesoro para nuestro futuro.

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