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Pagando por los pecados

SERGIO LEHMANN Economista jefe Banco BCI

Por: SERGIO LEHMANN | Publicado: Lunes 2 de mayo de 2022 a las 04:00 hrs.
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SERGIO LEHMANN

Por distintos frentes vemos un deterioro del escenario económico, marcado por la falta de liderazgos, políticas irresponsables, polarización y soberbia. Si bien en Chile vemos estas señales con especial fuerza, en distintos grados se advierten también a nivel global. Aún no se logra detener la cruel acción militar rusa sobre Ucrania, a pesar de la pérdida de miles de vidas inocentes y los enormes daños materiales.

“La incertidumbre política lleva a deterioros en la confianza y consecuente caída en la inversión, comprometiendo el crecimiento de largo plazo. Se requieren señales que fortalezcan la institucionalidad, entreguen certezas y garantía jurídica”.

China, por su parte, busca contener el alza en sus contagios con confinamientos estrictos, mecanismos que occidente abandonó hace un buen rato. Esto ha generado una congestión descomunal en los puertos chinos, lo que llevará a costos económicos relevantes, además de renovados problemas en las cadenas globales de suministro. La inflación, en tanto, se sitúa como el principal foco de atención en el mundo, con la mirada puesta en las próximas acciones de la Fed en EEUU, que llevarán a una marcada desaceleración de su economía.

En Chile, más allá de la compleja coyuntura económica, caracterizada por una alta inflación y la urgente necesidad de corregir los desequilibrios macroeconómicos, enfrentamos un escenario político especialmente difícil. El gobierno ha sufrido los efectos de sus propios errores e inexperiencia, y da muestras de un liderazgo que en pocas semanas se ha debilitado marcadamente, mientras la Convención Constitucional aún no entiende su rol ni recoge las señales de la ciudadanía. La violencia, en tanto, continúa incrustada en la sociedad, como una infección que invade colegios, estadios de fútbol, regiones y calles de nuestras ciudades.

Todo ello conlleva un alto costo, con impactos económicos y sociales que golpean el bienestar. La inflación, como bien sabemos, ha sido en lo grueso producto de acciones que llevaron a un crecimiento del gasto más allá de lo prudente. En torno del 70% a 80% de la escalada inflacionaria en el último año se vincula a factores domésticos. Esto afecta con mayor fuerza a las familias vulnerables que tienen baja capacidad de protegerse frente al incremento de precios. Asimismo, la incertidumbre política lleva a deterioros en la confianza y consecuente caída en la inversión, comprometiendo el crecimiento de largo plazo. Se requiere de señales que fortalezcan la institucionalidad, entreguen certidumbre y garantía jurídica. En lo próximo veremos un bajo crecimiento económico, por lo que es fundamental apuntar en esa línea para sobrellevar esta compleja coyuntura.

La Convención Constitucional, desoyendo el llamado a convertirse en un órgano que interprete la voz ciudadana -con acuerdos amplios, miradas comunes y símbolo de reencuentro-, ha sido dominada en función de mayorías circunstanciales, descalificaciones, soberbia, propuestas maximalistas y refundacionales, y miradas personales. Su mandato apuntaba a construir un marco que favoreciera la igualdad de oportunidades y fortaleciera los derechos sociales. De no corregir el rumbo, habremos retrocedido precisamente en aquellos lineamientos que le fueron originalmente definidos.

En materia de violencia, la situación es alarmante. Las señales de tolerancia y hasta validación que han manifestado algunos sectores políticos están pasando la cuenta. Una cuenta que hasta ahora solo parece abultarse, llevando a un fuerte deterioro en nuestra calidad de vida y comprometiendo el bienestar de las futuras generaciones. Es urgente levantar la voz y hacernos cargo de este dramático flagelo. Cierto, estamos tarde, pero aún es posible hacerla retroceder.

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