Rafael Rodríguez

Alza de impuestos: ¿La carreta antes del caballo?

Por: Rafael Rodríguez | Publicado: Jueves 27 de junio de 2013 a las 05:00 hrs.
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En la discusión de los impuestos que se han propuesto en el último tiempo ha brillado por su ausencia una de las discusiones más fundamentales que es la utilización de recursos que moros y cristianos reconocen tiene un elevado costo para el país.

Hasta ahora sólo se ha señalado que estos recursos van a ir a educación -fundamentalmente universitaria- que responde a las presiones más vociferantes y de mayor poder de influencia de nuestra sociedad. Sólo se ha hablado de un monto de inversión descomunal de US$ 8.000 millones adicionales al gasto ya incurrido por el estado que supera el 4% del PGB. El esfuerzo requerido adicionalmente llevaría la cifra gastada por el Estado a alrededor de 7% del actual PGB, cifra por sobre el gasto de países como EEUU (5,4%) e Israel (5,8%), Argentina, México y Brasil, (alrededor de 5,6%) , e incluso por sobre países destacados por la calidad de la educación tales como Irlanda (6,5% del PGB), Países Bajos (5,9%) y Finlandia (6,8%). En síntesis, la foto de Chile en el mundo del gasto de la educación pública va ser la de un “rock star”; ojalá lo fuésemos desde el punto de vista de los resultados.

Lo que llama la atención es que el único efecto esperable en lo inmediato es que las familias se van a ver beneficiadas por esta monumental transferencia de recursos, financiado principalmente por el sector productivo, pero no va a tener impacto en el corto plazo ya que se invierte en el mismo sistema educacional que hoy tenemos. No hay planes concretos asociados a estos resultados como, por ejemplo, puntajes obtenidos en las pruebas de rendimiento escolar internacionales, establecimiento de pruebas de conocimientos por egresado universitario, pruebas análogas para los de los colegios, publicaciones académicas en revistas ISI, entre otras muchas métricas que se debieran asociar como objetivos a un gasto de este tipo. No han mencionado conceptos de eficiencia; restricciones de subsidios a estudiantes eternos o de bajos rendimientos sostenidos, costo de educación, alumnos por profesor, investigación, aporte a la empresa, al país en diversas formas, entre otros múltiples factores necesarios de medir, tal como se le exigiría previamente a cualquier proyecto menor en el mundo de las empresas productivas.

Es necesario sumar una discusión anterior, bien básica y muy relevante. ¿Se está pensando asignar estos recursos en educación a sus usos más eficientes?, da la impresión que los fondos adicionales van a ser capturados principalmente por la educación universitaria, pero, ¿está ahí la mayor rentabilidad social de una inversión adicional o está a nivel preescolar como lo prueban numerosos estudios empíricos?; ¿se está respondiendo a una crónica y creciente déficit de inversión en profesiones técnicas o se está dejando de lado?, ¿se está abordando el problema de la falta de profesores debidamente calificados para enseñar en las salas de clase de los alumnos más pobres de nuestra sociedad, o se va a seguir soslayando este tapón del sistema educacional?
No podemos caer en la tentación de poner la carreta (los recursos), antes que el caballo (la fuerza que la hace productiva)… y en este caso una carreta nada más y nada menos que de US$ 8.000 millones.

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