La oportunidad de Humala
Tal como se esperaba, los mercados financieros reaccionaron con elocuente pánico al triunfo de Ollanta Humala en la segunda vuelta electoral peruana...
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Tal como se esperaba, los mercados financieros reaccionaron con elocuente pánico al triunfo de Ollanta Humala en la segunda vuelta electoral peruana. La caída histórica que mostraron los principales indicadores de la Bolsa de Lima dejan en evidencia que ni la moderación del discurso de campaña del líder de Gana Perú ni su apertura a integrar a figuras moderadas en el gabinete, han sido suficientes como para convencer a los inversionistas de que estamos más cerca de un futuro Lula que de un temido Chávez.
El currículo y la personalidad del presidente electo de poco contribuyen cuando se trata de despejar estas dudas y temores que hoy remecen a los mercados. Sin embargo, son esta misma experiencia e imagen las que otorgan a Humala la oportunidad histórica de contribuir al actual proceso de desarrollo peruano, mediante la aplicación de medidas que aporten a la conformación del sustento social necesario para la consolidación del modelo. En otras palabras, reformas sociales que -dentro de un marco de acción que está rindiendo frutos y atrayendo inversión- aporten a la solución de problemas tan relevantes como la educación, salud, infraestructura y pobreza.
Para ello, no sólo es necesario que el presidente electo conforme un gobierno de concertación, como anunciaron representantes de Gana Perú al término de la jornada electoral. También resulta clave que Humala se aleje de cualquier pretensión personalista y, por el contrario, busque reestablecer el debilitado sistema político y sus instituciones más básicas: los partidos políticos. Que en reemplazo de los rumores que ya mencionan a la futura primera dama como eventual sucesora en la presidencia o del repetido recurso de modificar la constitución para prolongar en el poder a los gobiernos personalistas, se hable del objetivo de convertir a Gana Perú en una fuerza permanente y que también los otros partidos vayan ocupando los espacios de representación.
Después de todo, la propia lógica de la elección dejó en evidencia el efecto que se produce cuando el centro político se atomiza, los partidos políticos dejan paso a los líderazgos personalistas y, como consecuencia, la segunda vuelta termina siendo disputada por los candidatos más radicales, pero obligados a moderar su discurso para captar a ese disgregado voto moderado. Así ocurrió en Perú y en otros países de la región, como Argentina en la primera elección que llevó a Néstor Kirchner a la Casa Rosada.
En definitiva, la institucionalidad económica no es suficiente para conseguir la confianza de los mercados. También se requiere una institucionalidad política, con una estructura lo suficientemente sólida como para posibilitar ese gobierno de concertación que promete Gana Perú. Es lo que Chile ostentó a partir de los años 90 y que hoy aparece amenazado por esa notable pérdida en la calidad de la política y buena parte de sus protagonistas.