Periodismo de soluciones

Cultivos adaptables, la solución que comienza a ganar terreno para enfrentar la sequía

Las innovaciones incluyen una cepa de arroz con un ciclo más corto desarrollada por el INIA, el control de las condiciones externas de la vid del Consorcio I+D Vinos de Chile y la masificación del cultivo de dátiles por su adaptabilidad a zonas desérticas de la FIA.

Por: Valentina Llompart | Publicado: Miércoles 26 de octubre de 2022 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-
El Consorcio I+D Vinos de Chile con prácticas de control y parametrización del entorno de la vid ha logrado ahorros de 18% de agua.
El Consorcio I+D Vinos de Chile con prácticas de control y parametrización del entorno de la vid ha logrado ahorros de 18% de agua.

Compartir

El sector agroindustrial representa un 3,54% del Producto Interno Bruto (PIB) del país y uno de los principales motores de desarrollo económico. Sin embargo, este rubro comienza a sentir el impacto del cambio climático, donde fenómemos como la sequía, las heladas y el alza en las temperaturas están afectando los cultivos y la producción.

Los efectos del calentamiento global en la agricultura varían según la zona geográfica del planeta, de allí que las soluciones se investiguen e implementen de manera local, en algunos casos, apoyándose en experiencias extranjeras de mejoramiento genético, por ejemplo.

“Se ha visto una situación muy compleja en los cultivos ante el cambio climático, que se agrava en las regiones que tienen menos agua, lo que conllevaría un aumento de los precios y puede estar en duda la seguridad alimentaria”.
Francine Brossard, directora ejecutiva de la FIA

En Chile, comenta Francine Brossard, directora ejecutiva de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) del Ministerio de Agricultura (Minagri), “se ha visto una situación muy compleja en los cultivos ante el cambio climático, que se agrava en las regiones que tienen menos agua, lo que conllevaría un aumento de los precios y puede estar en duda la seguridad alimentaria de las personas”.

Hace unos nueve años la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) del Minagri lanzó el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático Sector Silvoagropecuario 2013-2018, el cual definió medidas centradas en la gestión del agua, de riesgos y seguros agrículas, gestión forestal e investigación. Y a fines de 2019, se inició un proceso para actualizarlo, con nuevos objetivos como gobernanza y coordinación para la planificación de la adaptación al cambio climático; inversión en vulnerabilidad y adaptación al clima; y desarrollo de un sistema de monitoreo, evaluación y capacidad de aprendizaje.

En paralelo, otras reparticiones del Minagri, además de los sectores académicos y privados vinculados al agro, están trabajando en soluciones a nivel de cultivos.

Por un lado, se busca mejorar las condiciones de ciertas plantas, a través de técnicas como mejoramiento genético, a la vez que se están creando nuevas especies que puedan crecer en condiciones adversas. Y por otro, se están investigando y realizando pruebas con plantas foráneas que se adapten mejor a las nuevas condiciones climáticas de ciertas zonas de Chile.

Las palmeras datileras pueden soportar temperaturas sobre los 30°.

La nueva variedad de arroz

El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) del Minagri, este año lanzó un grano de arroz blanco que tiene la capacidad de adaptarse a variaciones climáticas y escasez hídrica.

Karla Cordero, investigadora y encargada del Programa de Mejoramiento Genético de Arroz del INIA, comenta que esta variedad comenzó a desarrollarse en 2011 cuando se hizo el cruce entre un material extranjero ruso y una variedad chilena.

La experta cuenta que este cereal fue elegido para realizar la investigación ya que “el arroz es un cultivo fundamental en la dieta de las personas y que tiene alta incidencia en la canasta básica. Además de tener la huella hídrica más alta de los cereales”.

Cordero explica que esta variedad tiene como característica principal que es de ciclo corto. Esto significa que “desde que inicia el proceso de la siembra hasta el de floración, tiene una duración de 130 días en vez de 170, que tendría un cultivo tradicional”.

En un ciclo abreviado la planta “es capaz de tolerar el frío y los cambios de temperatura, y pese a las condiciones climáticas, tiene una producción alta y permite a los agricultores ahorrar entre un 30% y 40% de agua de riego”.

Cordero explica que este impacto es clave, ya que debido a eventos climáticos que se han producido en los últimos años y con mayor recurrencia, “los productores chilenos han llegado a perder más de la mitad de su producción nacional y, en consecuencia, tener que aumentar las importaciones, lo que ha hecho que suban los costos del arroz y que es altamente probable que tengan una serie de químicos”.

A la fecha, este cultivo está registrado en el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y está en proceso de certificación de la semilla. En relación a su comercialización, la experta adelanta que en 2024 se buscará salir con un volumen amplio al mercado.

El arroz de ciclo corto “es capaz de tolerar el frío y los cambios de temperatura, y permite ahorrar agua de riego”
KARLA CORDERO, DE INIA
“Se ha determinado que la macrozona norte del país tiene las condiciones climáticas perfectas para desarrollar el cultivo del dátil”.
FELIPE OLIVARES, DE FIA

La nueva variedad de arroz de ciclo corto del INIA puede significar ahorros de agua de riego de hasta 40%.

Adaptación de dátiles a zonas de sequía

La FIA está trabajando en la adaptación de palmeras datileras en el norte de Chile, un cultivo propio de Oriente Medio y África del Norte.

Felipe Olivares, quien encabezó el proyecto de plantación de dátiles en la región de Tarapacá, cuenta que este fruto tiene una serie de cualidades, como la capacidad de adaptarse a altas temperaturas y condiciones de sequía por su propia naturaleza, y un alto valor nutricional.

En junio de este año, se importaron 50 palmeras datileras desde Estados Unidos para desarrollar el cultivo in vitro para que fueran plantadas en la región de Tarapacá, con el objetivo de masificar a mayor escala la industria en Chile para exportación y poder acortar los períodos de propagación y desarrollo de las plantas de siete a tres años. Antes de que llegaran estas palmeras, Olivares cuenta que Chile no contaba con más de 30 ejemplares de esta variedad.

“A través de una serie de estudios, se ha determinado que la macrozona norte del país tiene las condiciones climáticas perfectas para desarrollar el cultivo del dátil”, cuenta Olivares.

En términos del impacto, si bien el experto afirma que la investigación aún está en etapas muy tempranas para definir cuáles han sido, sobre el uso de agua, “solo al inicio de su etapa de cultivo, las palmeras datileras necesitan una mayor cantidad de agua de aproximadamente 400 litros, pero luego esto va bajando hasta la mitad y se compensa”. Además, es capaz de soportar sobre los 30°C.

La plantación de palmeras datileras en el norte traería consigo otros beneficios, que incluyen “la generación de ecosistemas en zonas desérticas alrededor de estos cultivos, al proporcionar sombra, añadir material orgánico al suelo y favorecer el desarrollo de flora y fauna en un sector que en general no las tiene”, explica Olivares.

Indica que a través del trabajo realizado con la tecnología in vitro, el proyecto en un principio tiene asociado a tres agricultores de la región de Tarapacá, pero en el corto plazo “la idea es poder llegar a todos los que estén interesados en establecer este cultivo en todo el norte”.

Control de factores externos de la vid

El Consorcio I+D Vinos de Chile -de Corfo- ha implementado acciones de control y parametrización de las condiciones del entorno en el que desarrolla la planta, lo que ha permitido que “la vid se convierta en un cultivo adaptable al controlar factores externos”, dice Patricio Parra, gerente general del organismo.

Dice que los principales factores que han afectado al cultivo de la vid son el alza de las temperaturas y la escasez hídrica, pero le preocupan “los eventos climáticos inesperados, como heladas fuera de temporadas o las lluvias en verano, ya que no es posible adaptarse al ritmo necesario”.

Parra comenta que hay zonas donde los cultivos, por su propia naturaleza han logrado adaptarse de mejor forma -en zonas secano-, pero en gran parte de los sectores vitivinícolas, el cambio climático ya ha comenzado a tener efectos en los vinos, en su sabor y coloración, y también al desarrollarse nuevas zonas de producción.

En ese sentido, las medidas que el Consorcio ha fomentado como una forma de entregar apoyo a las viñas, incluyen la agricultura regenerativa con el manejo del suelo, técnicas de riego para ahorrar agua y de poda, uso de portainjertos y trabajar en poner a disposición una mayor cantidad de información “para asegurarse de aplicar el agua en el momento adecuado”, dice Parra.

Agrega que crearon una red de estaciones meteorológicas para contar con información climática necesaria hacia la toma de decisiones; y la plataforma Vitisgeo Clima, “que permite evaluar modelos de simulación sobre cómo va a cambiar el clima en 20 o 50 años más”.

Si bien Parra cuenta que a la fecha no tienen datos consolidados del impacto de este tipo de medidas, “con estas prácticas que impulsamos como Consorcio, algunas viñas han llegado a tener un ahorro de agua de más del 18%”.

Periodismo de soluciones

  • En esta edición, DF incluye un nuevo artículo de la serie “Periodismo de soluciones”.
  • Este concepto da cuenta de una tendencia que busca poner en primer plano acciones que están dando resultados en resolver distintos problemas sociales y económicos.

Lo más leído