Por Expansión
Y CLAUDIA MARÍN
Si hace unas décadas los salones de billar eran la moda, hoy el local que dirige Susan Sarandon desde 2009 en Nueva York, llamado Spin Galactic, es su versión postmoderna. No se fuma, por supuesto. En las mesas no se hacen carambolas sino que se juega al ping-pong, con lo que además se aprovecha para practicar algo de ejercicio. Abundan los ejecutivos. Las luces de neón se esconden detrás de lámparas de papel chinas y hasta se desarrollan desfiles de moda.
Sarandon explica en tono de broma por qué el ping-pong está de moda: “No te tienes que poner las zapatillas de otros, como cuando vas a una partida de bolos; puedes jugar en cualquier estado, incluso si has bebido alguna copa, y tampoco conoce clases: puede jugar desde un niño hasta un director de banco”.
Su socio, Jonathan Bricklin, cuenta que “lo que hemos hecho ha sido dar la vuelta al típico club de ping-pong para que sea un sitio donde te apetezca pasar la tarde, de forma que el propio deporte pueda despertar el interés en alguien que no haya jugado en su vida y acuda sólo a estar con amigos”. El local está emplazado en un sótano, cuya única ventana mira a los pasillos de una parada de metro neoyorquina.
Spin Galactic, que también tiene sedes en las ciudades de Toronto y Milwaukee, es distinto a todo. Los viernes en la noche se organiza “un torneo con los mejores jugadores que se encuentren en Nueva York en ese momento, cuyo ganador se lleva US$ 500. Para entrar en calor, el DJ pone la música y entre los partidos hay una gran variedad de espectáculos. Puedes ver concursos de bailes, performances, monólogos de humor...”, explica el empresario.
De hecho, tanto este día como los sábados abre desde las 11 de la mañana hasta alrededor de las cuatro de la madrugada. El resto de la semana cierra a medianoche, aunque para entonces muchos de los aficionados, que pagan US$ 19 por arrendar media hora la mesa -o US$ 63 al mes en el caso de los socios-, han tenido tiempo de sobra de cenar algo en el restaurante del local.
Los fanáticos
Bricklin lo define como un negocio joven y excéntrico que conecta con el espíritu de Nueva York. Así, ha atraído hasta sus mesas a celebridades como el cantante Axl Rose, las actrices Geena Davis y Scarlett Johansson, la modelo Kim Kardashian y el jugador de baloncesto Kris Humphries.
Fuera de Spin Galactic, el tenis de mesa, como se denomina de forma oficial, es un deporte que tiene de aficionados, entre otros, a Bill Gates -que no se pierde ningún partido internacional-, al rey Gustavo de Suecia, al futbolista Cristiano Ronaldo, al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, o al actor Edward Norton, quien llegó a viajar a China para entrenarse con los mejores exponentes de este deporte.
Según Marcos Núñez, jefe técnico de la Federación Chilena de Tenis de Mesa, en el país “hay 15 mil deportistas federados, pero lo practican activamente unos seis mil a través de todo Chile, en todas las categorías”.
Y aunque en Chile no hay ningún lugar parecido a Spin Galactic, salvo, en términos de infraestructura, los destinados a la alta competencia, Núñez destaca que “es un deporte que lo practica todo el mundo, quizás algunos en forma regular y otros en forma más irregular, pero todo el mundo ha jugado alguna vez ping-pong, por eso es un deporte muy masivo”.
Incluso él, que representó al país como jugador en los Juegos Olímpicos de Seúl ’88 y Barcelona ’92, entrena en forma particular a un grupo de empresarios, quienes compraron un terreno para armar un centro perfectamente equipado para la práctica y pagan unos $60 mil por una hora de clase. Núñez recomienda practicarlo dos o tres veces por semana y afirma que respecto a otros deportes tiene la ventaja de que se puede jugar con pocas personas. “Es fácil, entretenido y los progresos al principio se notan mucho, sobre todo si se juega con gente que está en el mismo nivel. Es un deporte muy versátil. Tiene diferentes estilos, nadie juega igual al otro y lo que para uno es fácil para otro puede ser muy complicado, entonces se requiere saber mucho y entrenar la concentración y la precisión”, dice.