En diciembre, Susana Jiménez se convirtió en la primera mujer en presidir la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) en sus 90 años de historia. Para ella, estar en el cargo es “un honor” y lo describe como un reflejo de los tiempos actuales. “El hecho de que todos estos cargos que han sido históricamente de hombres empiecen a ser ocupados por mujeres es significativo”, afirma, y sostiene que permite que haya opciones de que hombres y mujeres, indistintamente, puedan liderar la CPC. Asimismo, es algo que visibiliza otros liderazgos que se dan en los gremios. “Abre las puertas para que yo sea la primera, pero no la última”, proyecta.
A su juicio, a pesar de que la participación femenina en el mercado laboral y en la alta dirección local sigue en desiguales condiciones respecto de los hombres, es un indicador de que sí ha crecido, sobre todo por una mayor conciencia de la importancia de aprovechar los talentos. “Es un proceso que se ha ido dando gradualmente y de forma bastante generalizada en las empresas del país, donde uno ve una acción consciente de incorporar más mujeres en todos los niveles de las organizaciones”, sostiene, y afirma que esta tendencia seguirá aumentando.
En su diagnóstico, Jiménez indica que todavía hay temas pendientes respecto a la relación entre la maternidad y el desarrollo laboral, así como en asuntos culturales, normativos, de políticas públicas y prácticas empresariales. “Muchas veces, por intentar proteger, se incentivan reformas o cambios normativos bien intencionados, pero que tienen malas consecuencias”, afirma.
A pesar de ello, el panorama hoy se abre a que, indistintamente, hombres y mujeres puedan ocupar estos lugares por mérito, experiencia y trabajo, define la economista y exministra de Energía en la segunda administración de Sebastián Piñera.
En ese sentido, señala que la inclusión de las mujeres en este ámbito representa una ganancia tanto para la sociedad como para las empresas: “Incorporan mayor diversidad de miradas, capital de conocimiento y experiencias diversas que redundan en un mejor desempeño también de la actividad económica”.
Para seguir avanzando, expone que es fundamental balancear los roles. “Como sociedad, tenemos un desafío de acompañar, de apoyar, de abrir puertas y de cambiar culturalmente a hombres y mujeres, de modo que esa maravilla que es poder formar familia, sea compartida entre padres y madres. Creo que esa es la única forma en que realmente esta aspiración de que sea igualitario el acceso a los altos cargos y al desarrollo profesional pueda cumplirse”, concluye.