Chile concentra esfuerzos en investigación antártica, aunque se requiere una mayor inversión
Expertos del Instituto Antártico Chileno señalan que faltan especialistas, equipos y bases para avanzar en materia de investigación en la zona.
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“Las características naturales de Chile hacen de éste un país con infinitas posibilidades y ventajas para la investigación científica”, explica Isabel Meneses, directora del Programa de Investigación Asociativa (PIA) de Conicyt. El país tiene el desierto más árido del mundo, donde sus cielos son el escenario ideal para la astronomía, características que han hecho que muchos países inviertan en investigación en el territorio nacional. Por ejemplo, se espera que al año 2020 Chile tenga el 70% de la capacidad instalada de observatorios en el mundo.
“Nuestro país puede replicar esa misma experiencia en otras áreas, como oceanografía, biología en ambientes extremos, sismografía y, por cierto, investigación en Ciencia Antártica, un continente que es a la vez reserva y laboratorio natural global por excelencia“, sostiene la investigadora.
Desde Punta Arenas
Como consecuencia de la cercanía, Punta Arenas se transformó en la puerta de entrada de la investigación y “se presenta, potencialmente, como la capital mundial de los estudios tanto sub-antárticos como antárticos, convirtiéndose en un factor a considerar para el futuro desarrollo e incremento de estos estudios”, sostiene Meneses.
Pero este foco no siempre estuvo, ya que el interés mundial se incrementó tras el descubrimiento del agujero en la capa de ozono. “Ahí nos damos cuenta que los seres humanos, con nuestra actividad, podemos dañar el planeta”, explica el director nacional del Instituto Antártico Chileno (Inach), José Retamales. En este escenario, nuestro país también se volcó hacia la Antártica.
Así, los diferentes mecanismos de financiamiento para la investigación han aumentado la oferta de fondos para proyectos concursables y en los últimos tres años, el número de proyectos aumentó de 10 a 15 por año, explica Retamales, quien espera terminar el año con unos 70 proyectos.
Sobre el acceso a fondos, Meneses comenta que tanto Fondecyt como el PIA, han establecido convenios con Inach y entregan financiamiento para la investigación. Fondecyt posee 23 proyectos regulares vigentes por cerca de $ 3 mil millones en disciplinas como ecología, arqueología, ciencias de la tierra, química, historia, oceanografía, literatura, genética y agronomía.
El PIA ha desarrollado también “Anillos de Investigación” para todas las disciplinas y una de las líneas de excelencia es la Antártica, que representa un laboratorio natural único. Son proyectos que cuentan con financiamiento durante tres años por $ 225 millones. “Existen dos en ejecución, uno que investiga los bosques que alguna vez existieron en la Antártica y el otro, los efectos de la radiación UV en las especies endémicas. Este año adjudicaremos el Cuarto Concurso de Anillos de Investigación en Ciencia Antártica, con un importante incremento que duplicará los recursos para cada proyecto ganador”, explica Meneses.
El mismo programa contribuye con financiamiento basal para el Centro de Estudios Científicos de Valdivia, con una línea de investigación en glaciología e Inach provee fondos a variados proyectos.
Aumenta interés
Según Retamales, Chile aparece en el segundo lugar después de Nueva Zelanda entre los países que más publican sobre la Antártica, “así que ésta es una tendencia que va a continuar creciendo ”.
Sostiene que cada año aumenta el interés del país en este territorio, “porque el 48% de los proyectos chilenos que se hacen en la zona tiene colaboración internacional”. Por ejemplo, están buscando un nuevo microorganismo que participe en el proceso de degradación de la pulpa de árbol para producir papel, pues la enzima que se utiliza actualmente, requiere temperaturas entre 60° a 70° grados para operar, lo que implica un gran consumo de energía. “Si la encontramos y logramos, por ejemplo, que la industria nacional produzca papel sin tener que gastar la energía que hoy día consume, estaríamos hablando de un salto tecnológico enorme”, explica Retamales.
Otro proyecto es el que desarrolla Marcelo González, del Laboratorio de Biorrecursos Antárticos de
Inach, quien está llevando a cabo dos iniciativas: una para analizar si los invertebrados marinos antárticos, como los erizos de mar, son capaces de soportar los aumentos de temperatura del agua salada (Fondecyt); y otra, relacionada con la utilización de bacterias antárticas, que consiste en evaluar ciertos compuestos producidos por ellas y que matan a otras bacterias “tipo”, tales como E.coli, S. aureus, entre otras. En este segundo proyecto es el director alterno, se realiza en conjunto con la Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y cuenta con colaboración internacional.
La inversión necesaria para la segunda investigación es de $ 218 millones y el científico explica que “este estudio lo hacemos en asociación con empresas de la región, como Frigorífico Simunovic, que produce carne de exportación, por lo que nos interesa ver si estas bacterias pueden aumentar la conservación en frío de estos productos cárnicos, mejorar su calidad microbiológica o bajar los niveles de bacterias presentes en lugares específicos de la planta o la línea de proceso”.
Por su parte la doctora Rosa Vera, de la PUCV, está desarrollando un proyecto en el que se determina la velocidad de corrosión de acero al carbono, acero galvanizado, cobre, aluminio, investigación que se encuentra inserta en el proyecto InnovaChile de Corfo “Mapa de corrosión de Chile”, explica.
Una iniciativa que comenzó en noviembre de 2010 y que ya ha obtenido algunos resultados.
Falta inversión para dar el salto
Así como se están desarrollando varios proyectos, aún hay mucho por hacer en materia de investigación, área en la que Chile, “definitivamente, es un país menor. Por ejemplo, tenemos muy buenos glaceólogos, pero los conocemos con nombre y apellido”, dice Retamales, algo inexplicable considerando la cantidad de glaciares existentes en el país.
El científico especifica que estamos lejos de proyectos como la extracción de un testigo de hielo de un millón de años, algo que Estados Unidos sí puede desarrollar, a su juicio. Aún faltan muchos recursos en el país, pues actualmente la inversión anual que materializa Chile en esta materia, ronda sólo los US$ 7 millones.
Retamales comenta, además, que Chile cuenta con un rompehielo de los años sesenta que fue construido para ríos y que para mejorar la capacidad del país, se requiere uno equipado cuya inversión está estimada en US$ 150 millones. Faltan aviones con esquís (al menos dos), de US$ 9 millones cada uno, y nuevas bases estivales (de entre US$ 3 millones y US$ 4 millones cada una).