Francia lucha por evitar el declive de su industria
Una visita a la fábrica de Peugeot en Poissy...
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Una visita a la fábrica de Peugeot en Poissy, al oeste de París, podría dar la impresión de que todo va bien con la industria francesa.
La línea de producción entrega un reluciente Peugeot 208 cada minuto y el personal habla de lo orgulloso que está de trabajar en la gran esperanza comercial de la firma.
Peugeot, como el resto de la industria gala, necesita con desesperación una buena noticia. Sufre una caída de ventas y sobrecapacidad en casa, pero refleja un tema mayor en Francia: el rápido declive de su base manufacturera.
La década pasada fue terrible. Durante el mandato presidencial de Nicolas Sarkozy desaparecieron 355.000 empleos industriales y el tema ya es parte de la campaña electoral.
La carga financiera del afamado “modelo social” galo dificulta a los fabricantes competir a nivel global.
“No podemos mantener una industria, ya sea en Poissy o Francia, que no sea competitiva”, señala un directivo de Peugeot.
Philippe Varin, CEO de la firma, calcula que en 10 años el costo por hora subió 31% en Francia, comparado con 19% en Alemania, aunque los galos lleven menos dinero a casa. En la planta eslovaca los obreros cuestan 10 euros por hora, frente a los 35 euros en Francia.
Pero los costos sociales son sólo una parte del problema. Aunque el país gasta mucho en investigación y desarrollo, sus logros son escasos.
Un ejecutivo de la consultora McKinsey también apunta a la escasa investigación de mercado. Y aunque Francia tienen más firmas en el ranking Fortune 500 que cualquier otro país europeo, los franceses critican que las ganancias de la globalización llegan a las compañías, no a ellos.
La deslocalización de la industria no sólo ha dañado el empleo, sino contribuido a un déficit comercial récord de 70.000 millones de euros.
Jean-Louis Beffa, miembro de la directiva de la germana Siemens, cree que a diferencia de Alemania su país ha sufrido por satisfacer los intereses de corto plazo de los inversionistas financieros por sobre las necesidades de largo plazo de la industria. “Hay que incentivar a los grandes grupos a exportar”, señala.